30 de abril de 2011

Riedel, estilo hasta para romperse


Tengo muchas copas de marcas muy distintas. Y con el tiempo me he dado cuenta que las que son high quality tienen una forma especial de romperse. Claro, si se caen desde una mesa estallan igual que otras. Pero las de marca, como Spiegelau o Impitoyable, son muy especiales a la hora de romperse. Sino, fíjense lo que pasó con esta Riedel, puro y duro cristal austríaco de inmejorable calidad. Fue mientras servía vino blanco. Nada más hizo un crick agudo, seguro motivado por el cambio de temperatura, y en ese mismo momento se separó el anillo de crisal que muestra la foto. Quedó inútil, pero con cuánto estilo.

Reseña: Lima Mía, nueva cevichería glam en Cañitas

La comida peruana está de moda y ahora tiene un nuevo costado fashion. A mediados de abril abrió  Lima Mía en Las Cañitas, un restó que combina lo mejor de una cevichería peruana con un bar glamoroso y a la vez vintage, ideal para salir a comer con amigos o en parejas.



Toda la propuesta está pensada para sorprender. Son dos plantas decoradas hasta el más mínimo detalle: partiendo de las mesas con manteles floridos o a rayas (el hule es un dato fulero, pero no empaña), hasta las sillas con grafittis, las lámparas de mimbre y el frente íntegramente decorado con celosías. También hay una pecera enorme en el salón que, de paso, está abierto a la vereda. Pero donde resulta más sorprendente es en la barra de la planta alta, que da directamente a la calle, y desde donde podés ver qué pasa en Báez mientras te tomás alguno de sus buenos tragos. Me gustaron especialmente Mojisake ($37) y Lima Mía Sour ($32). Claro que si buscás uno frutado, Rum Berry Collins ($37) cumplirá. 




Pero ningún restaurante puede vivir de la pinta si no ofrece una buena comida. Y es ahí donde Lima Mía tiene un punto fuerte. Con una carta fusión, entre peruana, chifa y nikkei, está organizada por Piqueos, Anticuchos, Ceviches, Tiraditos, Sushi, Woks, Parrilladas y Postres. Cada plato viene con una pequeña explicación, como para que no te pierdas en el intento. Probamos:


  • roll Lima Mía ($52), vienen 9 unidades rellenas de atún y envueltas en plátano frito, que cumplirá tus expectativas en la medida que el sushi fusión sea lo que más te gusta. El plátano es un sabor curioso, pero no desentona
  • tiradito de pulpo a las dos olivas ($59) con alcaparras y un crocante de zanahoria, que si bien no se parece en nada el pulpo al oliva que sirven en Lima, como reemplazo para nostálgicos puede funcionar
  • jalea real ($42) con abundantes mariscos y rabas saltadas, servidas con salsa criolla apenas picante; animate si te gustan las rabas a la romana
  • una rareza que cada vez se ve más en los restós porteños: anticuchos de pollo chifa despeinado ($35), básicamente 4 brochets fritas con fideos crocantes a su alrededor, y salsa agridulce china para que puedas pocharlas.
  • ceviche de pulpo ($49), riquísimo, con abundante cilantro (atento si no te gusta este condimento porque no te va a gustar el plato)
  • parrillada de mariscos ($95), que sale con papines andinos, que es para compartir. Muy sabrosa, los mariscos se asan en la parrilla y luego se los hace en una cazuela, junto con los papines.
Si estás buscando un lugar nuevo en el que pasarla bien, probar sabores exóticos y beber ricos tragos, tenés que tener a Lima Mía entre tus futuras visitas. Abren todos los días desde las 19:30.
(Báez 211, Cañitas / T. 4775-5616)

29 de abril de 2011

Vendimia 2011: ¿Qué cosas marcaron esta cosecha y por qué la hacen especial?


Foto: gentileza NQN
La vendimia 2011 ya tiene fecha oficial de finalización: hasta el 15 de mayo, según una resolución del Instituto Nacional de Vitivinicultura, las bodegas nacionales tienen tiempo para cosechar y elaborar sus vinos. Como todos los años, el fin de la vendimia marca una bisagra en el calendario productivo y abre la puerta a las proyecciones sobre los vinos.
Para muchas bodegas, el fin de esta cosecha será un alivio. Para otras, el comienzo de nuevos dolores de cabeza. Porque la vendimia 2011 fue bastante especial: la buena noticia es que los vinos que empiezan a madurar en los tanques prometen mucho (hemos probado varios), de ahí que podría ser recordada como una de las mejores vendimias en muchos años; la mala noticia, es que el rendimiento en volumen resultó bajo, lo que obligó a las bodegas a pagar altos precios por la uva y más altos precios pagarán aún para abastecerse de vino entre ellas.
La caída en producción hay que buscarla principalmente en la helada tardía del 14 de noviembre de 2010, que barrió buena parte de las uvas de Agrelo y Valle de Uco en Mendoza. Con ella, se estima que quedó fuera del circuito mendocino al menos un 20% de las mejores uvas de la provincia.

Pronósticos agoreros
Si se le preguntaba a un bodeguero en el mes de diciembre cuál era su pronóstico para 2011, la mayoría hubiese puesto reparos o dudas sobre el futuro. Parecía que el clima les había hecho una zancadilla. Sin embargo, el tropiezo del comienzo fue compensado al llegar el mes de marzo.
En opinión de los enólogos, la vendimia 2011 será recordada por la calidad de sus vinos. Los principales wine maker del país coinciden en que la baja producción “naturalmente” obtenida por la helada ha ayudado a que la calidad de la uva sea muy superior a la media y se entusiasman con los vinos que maduran en las bodegas. Será poco, pero de primer nivel, se consuelan.

La marcha climática
Pasado el envero, el punto en el que las uvas definen su color y comienza el período crucial de madurez, sobrevinieron las primeras esperanzas. A mediados de enero, el clima prometía una vendimia pareja, que a primeros de febrero (y en especial para Mendoza y San Juan) atravesó algunas turbulencias: primero ciertas lluvias desmedidas, luego cierta irregular humedad ambiental que en conjunto afectaron a las zonas más productivas de las provincias cuyanas.
Pero a principios de Marzo, cuando se compuso la meteorología, una cosa quedó clara: esta vendimia sería tardía, pero llegaría a ser una postal del año perfecto si no ocurrían accidentes climáticos. Y a la fecha, no han ocurrido.
De modo que con las temperaturas moderadas y la buena amplitud térmica que tuvo lugar desde mediados de febrero, las uvas maduraron lentamente y con los índices de color, taninos y potencial alcohólico en perfecta armonía.

Blancos 2011
En materia de Chardonnay, Sauvignon blanc y Torrontés –las tres principales blancas del país destinadas a vinos tranquilos-, los enólogos se muestran especialmente entusiasmados. Con una madurez pareja, el secreto de este año será su buena acidez y colores brillantes, con aromáticas expresivas. Ese pronóstico se cumplirá para todas las zonas productoras del país. Con toda seguridad, afirman algunas técnicos, este será un gran año para los vinos blancos.

Tinos 2011
Esta vendimia resultó un sueño para la elaboración de tintos. Con un otoño dorado y moderado, los vinos van a tener gran color, buena acidez y taninos bien maduros, incluso en franjas de precio más bajas. El Malbec promete lograr todo su potencial, con texturas carnosas y buen jugo debido a la acidez. Mientras que todas las fichas están puestas en el Cabernets Sauvignon, ya que se lo ha podido esperar hasta completar su madurez perfecta.
Con ellos, el Syrah despunta en el horizonte con tintos cordiales y aromáticos, y el Pinot noir –siempre una incógnita- a juzgar por lo que apuntan los enólogos tendrá su gran año en esta vendimia que se cierra.

Esta nota será publicada mañana Sábado 30/4 en La Mañana de Neuquén.

25 de abril de 2011

Recetas Ilustradas: berenjena asada

Una berenjena asada te salva cualquier comida. Podés hacer unas sencillas milanesas con puré, que si tenés una berenjena asada le cambia la vida a la comida y le da vuelo a la mesa. En esta reseña, va una receta viejísima y sencilla de hacer. Ilustrada, me parece más fácil y original como forma de presentarla. Se amplía si cliquean en la imagen.
 
A mi me parece fundamental agregarle un ajo picado en el paso 4, se ve que me lo comí en el dibujo... ¿Ustedes qué opinan?

24 de abril de 2011

Probá estos 5 vinos poco conocidos y renová tu paladar


Finca Gabriel Malbec 2008 ($20). Este vino comenzó su historia vendiéndose en peluquerías, si damos crédito a lo que afirma mi colega Daniel López Roca de ArgentineWines.com. Pero más allá de su voluntad coiffeur, este tinto esconde una relación precio calidad excepcional, incluso en restaurantes. Lo probé en una parrilla de Ranelagh -partido de Berazategui- y ahí lo tenían a 35 pesos. Una ganga frutal, con buen jugo y rica boca carnosa típicamente Malbec. En materia estética, no le pidas reflejos ni teñidos, pero bebelo con gusto.
Latente Cabernet Sauivinon 2009 ($25). Sin llegar a afirmar que se trata de un hallazgo, hay algo en los vinos de esta gente (Cuarto Surco) que cae como un rico canapé cuando uno tiene hambre. Su Cabernet es agradable, apenas cálido, con un final que es todo lo que se le pide a este varietal: persistencia y sabor. Esa ecuación vale la reseña. Además de ser un tinto que por relación calidad precio resulta competitivo.
Ponce Torres Barbera D'Asti 2010 ($38). Doble curiosidad: por un lado, es un vino que elabora la Bodega Ponce Torres para el restaurante Pan y Arte (Boedo 878), aunque también podés conseguirlo en la calle con el nombre con que lo reseño; por otro, es un Barbera D'Asti, una variedad italiana muy poco frecuente en Argentina, que merece ser probada. El vino es liviano, aromáticamente frutal y atractivo, con una boca ligera y suave que invita a beber. Si sos un fan del Pinot Noir, este vino te va a gustar.
Konantü Malbec 2007 ($45) Proviene de General Roca, Río Negro. Y como buen tinto del sur tiene en el andar algo de rústico que incomoda al principio y algo de sosiego que gusta copa a copa, debido a su acidez vibrante. Cierto es que Konantü –sol poniente en Mapuche- es un Malbec con todas las de la ley, enmarcado en el estilo de vinos de cuerpo suelto, paso ágil y final frutal. Si sos de los que curiosean por la góndola, en este vas a encontrar algo distinto, que quizás te enamore.
Lamadrid Cabernet Sauvignon 2008 ($47). Flamante. Es el primer Cabernet que la bodega lanza al mercado en su línea clásica. Y como tal, se nota la buena cuna: es frutado, con buena intensidad, y tiene además ciertos detalle especiados que lo completan. Con todo, lo más rico viene en la boca, donde es intenso y se impone con una frescura muy grata. Si te gustaba Aguijón de Abeja -el Cab que Héctor Durigutti exporta y que, eventualmente, se consigue en BA- vas a ver que este está en la misma sintonía.

23 de abril de 2011

Estos son los 7 Pinot noir que perfilan un estilo en la Argentina

Famoso por su raro talante, el Pinot Noir parece haber empezado a dar vinos con cierta regularidad estilística en nuestro mercado. Si hasta hace dos años hablar de Pinot noir era una aventura generalizadora, por lo disímiles que eran los vinos incluso en una misma franja de precio, ahora parece que las bodegas le encuentran una senda estilística.
En esta nota elegimos siete Pinot noir que permiten trazar una línea estilística: con colores apenas subidos de tono, aromas frutales y especiados bien intensos, los nuevos Pinots se distinguen por su suavidad y amabilidad de boca, en donde el roble aparece como un detalle sobre todo en las gamas de precio alto. Estas son las siete etiquetas que conviene probar para saber qué gusto tiene el varietal en Argentina.

Lassia Pinot Noir 2009 ($35)
. Recién lanzado al mercado, este ejemplar patagónico representa el punto en el que pivotean los nuevos Pinots: coquetean con tintos de estructura, pero en el fondo son ligeros y sueltos en el paso. Exactamente así es este de Bodega Patritti, que suma el plus de la novedad, tanto de la bodega como de la marca.
Malma Finca La Papay 2010 ($35). Este tinto pasó de ser uno más de la lista a ser uno de los referentes, y sólo en dos vendimias. Su principal fortaleza está en su rara y atractiva aromática: directa y frutal, con una intensidad que deslumbra. Al paladar, si bien se presenta algo nuevo aún, manda su buena estructura, de tacto suave y largo final. NQN logra un buen vino rico, que sirve para hacerse una idea de qué puede entregar el varietal en esta franja de precio.
Saurus Pinot Noir 2009 ($35). Saurus es un vino que trazó la cancha del Pinot en este nivel de precio. Desde el vamos se propuso como un tinto liviano de estructura e intenso en sabor, y cosecha tras cosecha se afianza en ese lugar. Hoy hay varios vinos similares, pero es justo decir que Familia Schroeder alcanzó este nivel hace al menos tres vendimias. De color ligero, es arrobante y cálido al paladar, con tacto de seda.
Padrillos Pinot Noir 2009 ($43). Ernesto Cantena Vineyard apuesta por una ecuación curiosa: una etiqueta fuera de lo común –el caballo de calesita es un toque muy chic- y un vino intenso y elegante al mismo tiempo. Estilísticamente marca una bisagra entre los Pinots ligeros de los que empiezan a despuntar como tintos “más serios”. El perfume es claramente frutal y el paso, aunque delgado, llena la boca con buen sabor.
Salentein Reserve Pinot noir 2009 ($55). Salentein empezó hace algunas vendimias a definir un camino propio para su Pinot Noir. Su nueva senda está marcada por el trabajo con la madera, que le da una aromática más compleja –la vainilla siempre agrada-, sin hacerlo voluminoso ni apabullarlo con un tablazo, como ha sucedido en otros casos. El resultado es un Pinot delicado, en el que el roble funciona como un rico telón de fondo.
Manos Negras Pinot Noir 2008 ($72). Doblemente curioso, por un lado este tinto rinde homenaje al trabajo de los enólogos que elaboran a mano, y por otro homenajea al varietal, entregando un vino marcadamente frutal, con una pizca evidente de roble, y un paladar armonioso y cálido que envuelve la boca con sutileza. Para ser la primera vendimia de este emprendimiento, le auguramos un buen futuro.
Séptima Noche Pinot Noir 2010 ($100). Elaborado en Mendoza por bodega Séptima, esta nueva añada acaba de ver la luz. En este caso, se nota el trabajo en la barrica, que le aporta al vino una nota de vainilla muy agradable. Es fragante y potente, con una textura apenas rugosa por su marcada juventud. Con dos a tres meses más de botella, llegará a ser el Pinot de perfil moderno que hoy se esconde en su linda botella. La principal virtud, hay que decirlo, está en el contraste entre timidez e intensidad con que llena la boca.

Adelanto de la nota que sale el 24/4 en La Mañana de Neuquén.

¿Qué comemos hoy? Orechiettis con brócoli


Arranca una nueva sección en Bien Jugosos: qué comemos hoy, debe ser la pregunta más fastidiosa del día, que para colmo toca hacerse al menos dos veces al día. De ahí que, de aquí en más, reseñe ideas, recetas y formatos simples para salvar el hambre contidiano. Hoy, orecchiette con brócoli.

Es una de mis recetas de comida rápida favorita. El truco consiste en tener una planta de brócoli en la reserva de la heladera. No se compra ex profeso, se compra por las dudas, y se la deja en el cajón de las verduras. Para cuando pinta el hambre, es un producto salvador: tiene personalidad y define un plato de pocos ingredientes. Va la receta, te toma 10 minutos:

Poné el brócoli al microondas (6 minutos está Ok, por las dudas pinchalo para ver si quedó duro) y en el mismo momento, poné agua a hervir. Para cuando rompa el hervor, el brócoli ya estará listo. Lanzá los orecchiettes al agua.
Ahora, saltá en dos cucharadas de oliva extra virgen un diente de ajo picado fino: el secreto es hacerlo a fuego muy lento, y cuando comienza a freir, le tirás el brócoli cortado en trozos más o menos grandes. Cocinás un minuto más, le agregás dos cuchardas de queso crema y lo tapás por un minuto. Ya está: serví los orecchiettes y agregale al final un poco de pimienta molida y nuez moscada.

21 de abril de 2011

Reseña: La Prometida para comer rico, abundante y bien

 La foto la tomé prestada de Vía Restó

La Prometida es un lugar curioso: la primera vez que vas te parece uno de esos restaurantes hippie chic donde te rompen la cabeza y te sirven un canapé con nombre impronunciable. Pero cuando te sentás una tarde cualquiera a tomar un café con leche con panes caseros y chocotorta, la ecuación es otra. Ahí los desparejos muebles de época y los detalles de la decoración, jarrones y cuadros en un punto bizarros, te parecen más amables. Así es que volvés y te sacás las ganas con una cena.
Eso fue lo que me pasó a mi. Y en la segunda vuelta me encontré con un restaurante muy piola, para juntarse con amigos o salir en pareja. La propuesta es sencilla: una carta de dos folios, donde una tiene unos pocos platos, escritos con nombres cancheros, como Orientado (para una picada de platos de medio oriente), y el otro las bebidas y los postres.
Pero donde vas a hacer la diferencia es en las pastas caseras. No en vano, en la trastienda el local (que podés visitar) hay una panadería con tadas las de la ley. Ahí amasan unos tagliatelles ($45) anchos y largos como un regla escolar, pero muy flexibles. Hechos con espinaca -la vas a ver salpicada en la masa-, que sirven con una salsa a base de tomates, albahaca, hongos y olivas negras, con mozzarella fior de late y un rociado final de oliva y perejil. Gol.
El risotto de arroz yamaní ($42) también vale la pena, pero al lado del otro plato parace una versión clase B. Eso sí, la rúcula y el romero le vienen de maravilla. Y la receta termina por dar un plato cordial y casero.
Si llevás tu vino, te lo descorchan por 35 pesos. Llevé el nuevo Séptima Noche Pinot Noir 2010 ($100), que acaba de salir a la venta, e hice la diferencia. El tinto es fragante y potente en sabor, pura fruta y textura aún algo rugosa, pero de joven, nomás. Muy rico. Lo único que vas a extrañar son las copas, que no son las mejores, aunque su vidrio verde le da un toque abuela de distinción. 

Delgado 1189, esquina Arredondo. Belgrano / T. 4554-0786

¿Viña Cobos desbancado por vinos más baratos?


Tengo claro que un vino que cuesta 800 pesos no necesariamente es mejor que uno de 115. Objetivamente, el negocio de los vinos caros es conseguir que alguien los compre al precio que se ofertan. Toda otra discusión es superflua... porque lo consiguen.
Caté a ciegas con unos rusos -no cualquier ruso, sino de los que vienen en avión privado desde Moscú- cuatro grandes vinos nacionales. No los elegí yo, la cata vino dada, nada más tenía que guiarla. Eran Viña Cobos Malbec Marchori Vineyard 2007 ($795), Angélica Zapata Malbec 2006 ($215), Vistalba Corte "A" 2006 ($280) y Durigutti Reserva 2006 ($114). Los resultados fueron de fábula: mi elegido -y también por la mayoría de los rusos- fue Corte Vistabla, seguido de Durigutti, Viña Cobos y Angélica al final. Claro que el orden, hablando de estas etiquetas, es más un capricho de exquisitos que una realidad gustativa. Pero visto desde el punto de vista del precio, la cosa cambia de color.
El capo de los rusos, que tenía un reloj grande como una mandarina en la muñeca, quiso explicarlo con pragmatismo soviético. Se lo dijo al traductor, que dijo por él: "muy dulces los vinos, nada que ver con los franceses, pero buenos". Y con cara de pícaro, volvió a la carga. El traductor puntualizó: "vino dulce, bueno para beber con chicas". Y la risotada de los rusos tuvo un lejano eco de cosacos, que quedó flotando como puntos suspensivos al final de la cata.
Pero ahora me doy cuenta que el tipo la tenía clara. En algo se parece la dulzura de estos vinos a otro tipo de dulzura: su poder no está en el azúcar residual, el viejo truco enológico para hacer vinos agradables, sino en en la cantidad de terrones con una etiqueta adorna una billetera. ¿De eso se trata todo?

19 de abril de 2011

Reseña: Wasabi’s, buen sushi a precios razonables en Palermo Soho


Comer buen sushi a precio razonable es algo difícil. Hacerlo en pleno Soho palermitano, una misión imposible. O así era, hasta que apareció Wasabi’s, el restaurante de sushi occidentalizado que abrió hace poco en Thames y Costa Rica. El local es chico y combina varias vertientes estéticas: el techo está pintado de negro y escrito con tizas, las paredes tienen murales y estampados vistosos, la oscuridad es la regla general y sobre las mesas hay unas velas eléctricas muy curiosas. Con todo, lo mejor viene en la carta: los langostinos rebozados con salsa de mostaza y miel (6 unidades), el roll special red (6 unidades de atún rojo), y el sashimi de salmón (6 unidades grande y sabroso, nada de trucha asalmonada) dan buena cuenta de lo que esta gente se trae entre manos. Los combinados de piezas son flexibles y te permiten cruzar la carta a tu gusto. Una pareja va a gastar unos 80 pesos por persona… con vino, si pedís el más barato: Tomero Sauvignon Blanc 2010. Hacen delivery.

Thames 1810, Palermo / 4832-9346

17 de abril de 2011

¿Cansado del mismo Malbec? Probá con estos cinco



Malbec hay muchos y muy buenos. Pero también hay muchos parecidos entre sí. Y en esta abundancia a veces cuesta encontrar uno que tenga pernsonalidad. Un poco porque hay un estilo definido para cada nivel de precios, y otro poco porque si no se hace un Malbec parecido a otros, el consumidor podría desconfiar. 
Por suerte para los bebedores de paladar curioso, aún se pueden encontrar Malbecs con personalidad marcada. Y a continuación listo 5 que me sé de memoria:

Marcus Malbec 2008 ($18). Una grata sorpresa en la góndola de los accesibles. Lástima que el Merlot de la misma marca siempre le haga sombra, porque este Malbec patagónico tiene a su favor la aromática frutal y vegetal que adquiere esta variedad en esa zona, con una acidez atípica y refrescante. Para un interminable asado de fin de semana, es un serio candidato.

Los Cardos Malbec 2009 ($35). Cada vez que pruebo este vino me hago la misma pregunta: ¿cómo hace Doña Paula para conseguir ese nivel de fruta roja, la elegancia de su boca y el buen sabor final? Es un Malbec del que se elabora mucho volumen y sin embargo está entre los más parejos que conozco. Plus: en  restaurantes suele tener muy buen precio. 

Alto Las Hormigas 2009 ($49). Este es un tinto que definió un estilo de estandar internacional. Y cuando lo bebo -el 2009 es la última cosecha- me recuerda al gran David Bowie: pasan los años y siempre es moderno. Lo mejor que tiene es su nariz punzante y el andar arrobado de unos taninos mullidos.

Norton Reserva 2007 ($60): no en vano este vino ha sido incluido entre los 100 mejores del mundo según la revista norteamericana Wine Spectator. Norton no escatima esfuerzos para elaborarlo y lo que consigue es una perla violeta, de aroma frutal y especiado, con un paladar que sirve para hacer escuela: carnoso, de taninos suaves y largo final.

Altocedro Gran Reserva 2008 ($140) esconde un secreto. Según palabras de Karim Mussi, su enólogo, fue fermentado con una porción de Semillón (uva blanca), de ahí que gana color y sobretodo algo de ligereza, aún siendo un tinto de paso fluido. Lo que me gustó de este tinto es que no se parece a otros. Claro, el precio no es para todos los días, pero tenelo en cuenta cuando quieras hacerte un mimo.

16 de abril de 2011

¿Querés saber qué gusto tiene el Pinot Noir sin gastar mucha plata?


En la góndola nacional hay cada vez más Pinot Noir. Con los últimos que probé me pareció que por fin hay un camino trazado para el consumidor y a buenos precios: desde el cálido y arrobante Manos Negras 2008 ($72), al aromático y sorprendente Malma Finca La Papay 2010 ($35), el varietal tiene ahora un abanico de posibilidades concretas para ofrecer. Y no todos son caros. Por ejemplo, en el mismo rango de La Papay, Padrillos 2009 (mejor si conseguís el 2008), Saurus 2009 y en menor medida Lassia 2009. Con esos vas a poder hacerte una idea acerca de qué ofrece el varietal que está en boca de todos.

Reseña: Dain Usina Cultural


Si te gustan los libros y te gusta comer bien, no podéds dejar de visitar Daín Usina Cultura. Abrió la semana pasada en Palermo, en la esquina de Nicaragua y Thames, luego de reciclar con arquitectura de vanguardia un viejo edificio de la zona: dos plantas hechas a nuevo, decoradas por artistas trendy, un patio interior con techo vidrio y luz natural, más una terraza como para pasar las horas de la tarde o una coqueta librería en la que leer sobre temas generales y arte.

Básicamente Dain es un café cultural, que sigue la tendencia general de convertir las librerías en espacios de ocio. Tiene agenda propia de eventos, entre presentaciones de libros, páginas inéditas y proyecciones de películas. Para saber qué ofrecen, chusmeá acá. Si querés leer un buen libro y comer unas ricas tapas o tomar un café, esta es tu mejor opción en Palermo. ¿Por qué?

Tiene una carta sencilla pero gourmet que, a precios de hoy, es una ganga. Por ejemplo, podés comer un tapeo de 5 piezas por $32, o hasta 12 piezas por 64 pesos: croqueta de queso manchego (esponjosa y crujiente), Paté sobre una galleta dulce de berenjena (un hallazgo), morcilla con chutney entre otras delicias.

Y sino, pedirte un sandwich: los panificados están hechos en casa y son de alta escuela. La facaccia con olivas está muy bien, y si la pedís en sanwich de jamón crudo, rúcula, mozzarella y tomates secos, funciona de maravilla ($34).

Con una copa de vinos, sumás 12 pesos. La carta de bebidas es acotada, pero tiene buenas perlitas.

Desayunos, almuerzos y meriendas en un lugar bien moderno y con un alma cultural, que irá ganando cuerpo.

Queda en Nicaragua 4899, esquina Thames / T. 47783554

Cuáles son los siete estilos de Malbec que hay en la Argentina

Nuestro país es el principal productor mundial de este varietal y en el camino de la diversificación han aparecido nuevos estilos que el cambian la cara al Malbec.
En la góndola se distinguen el menos siete. ¿Cuáles son y qué etiquetas probar de cada uno?


Desde que es convirtió en la uva insignia, el Malbec ha sido materia de exploración estilística para las bodegas. Como todas quieren tener uno en su haber, como resultado hoy  presenta al menos siete estilos diferentes. En el Día Mundial del Malbec, amerita conocerlos. Y a continuación, le contamos cuáles son y qué etiquetas beber en cada estilo.


Malbecs ligeros: resultan vinos fabulosos por su inmejorable relación precio calidad, algo que el clima de las principales regiones vitícolas del país ayuda a lograr. Nacen de la combinación de diversas regiones y por tanto aromáticamente son pura fruta, y su boca es carnosa y ligeramente delgada. Para más datos, todos están en la góndola de los 10 a 20 pesos, son vinos del año, y buenos ejemplares son Rodas 2010, Carácter 2010, Trapiche 2010, Las Moras 2010, Norton 2010 y un poco más arriba, Latitud 33 2010 y Portillo 2010.

Malbecs Roble
. Suelen ser blends zonales, que echan mano de maderas alternativas (chips) y técnicas que “simulan” el uso de barricas, como esas etiquetas que dicen “Roble”. Este estilo es claramente aspiracional y busca ofrecer un vino a buen precio –hasta 40 pesos- que parezca más de lo que es. Son aromáticos y tienen cuerpo, pero como están construidos con madera agregada, en ellos el roble evidente. Pueden ser vinos del año, aunque la mayoría vende la cosecha anterior: Norton 2009, Estancia Mendoza 2009, Emilia 2009, Atilio Avena Roble 2009, Marianne 2008 y Finca Gabriel Roble 2008.


Malbec Reserva
. El común denominador para este estilo es la crianza en barricas. Le aporta dos cosas importantes: completan los aromas con notas de vainilla, café y chocolate; y le contornean el cuerpo, haciéndolo voluminoso, a la vez que lo estabiliza para sobrevivir más tiempo. Lucen concentrados. Arranca en los 40 pesos y se estira hasta más allá de 70, según la marca. Buenos ejemplares son Alto Las Hormigas 2009, Andeluna 2009, Alta Vista Premium, Luigi Bosca Reserva 2008, Saurus Patagonia Select 2007, Lamadrid Reserva Malbec 2006.


Malbecs ultra premium.
Forman la categoría más comentada, pero menos bebida del mercado nacional. Aquí, lo que se encuentra son vinos fuera de serie, muchas veces concentrados, potentes y algo lánguidos aromáticamente, que ganan en el paladar jugosidad y volumen y que cautivan siempre por su gran porte. Arrancando en los 80 pesos, no tiene techo de precio. Buenos vinos, son: Alizarine Single Vineyard 2007, Altocedro Reserva 2007, Achával Ferrer Bella Vista 2008, Dolium Gran Reserva 2006, Catena Zapata Malbec Argentino 2006.


Malbecs Fortificados
: conocidos como “tipo oporto”, son los vinos a los que se les ha agregado alcohol durante la fermentación, por lo que conservan el dulzor de la uva, combinado con el fuego etílico y la buena crianza en barricas. Son aromáticos, con gran cuerpo, potentes y dulces. Forman una especialidad y no abundan los buenos. Ricos, resultan: Malamado 2005 y Profuso.



Malbec Tardío: es uno de los estilos más recientemente incorporados y una clara innovación en materia de Malbec. Son tintos dulces, viscosos, cuya buena acidez les da nervio y los convierte en una golosina. Se los elabora demorando la cosecha hasta concentrar los azúcares. Ese es el secreto de una buen tardío tinto. Si bien hay un puñado en el mercado, para darse un gusto hay que probar Graffigna Centenario Tardío y Ciclos Tardío 2006.


Malbec Espumantes. Otra de las rarezas incorporadas en el lapso de los tres últimos años: los hay de dos tipos: los espumantes rosados, en los que el Malbec reemplaza al Pinot Noir en un corte, o bien son 100% Malbec blanc de noir, es decir, blancos escurridos de uvas tintas; y los que son directamente tintos burbujeantes. A nosotros nos gustan más los primeros. Para indagar, conviene probar Navarro Correas Rosé Extra Brut y Almanegra, ambos cien por cien Malbec.

11 de abril de 2011

El dilema futuro del vino argentino: terruño versus varietales

Los vinos varietales se pueden elaborar en cualquier parte del mundo que ofrezca condiciones. Los vinos de terruño, solo en determinados sitios.
El vino argentino comienza un debate que tendrá consecuencias en el largo plazo.


En nuestro país se ha abierto un debate: ahora que el Malbec ya se consagró como una variedad de clase mundial, ¿cómo sigue el cuento? ¿Empujamos una nueva variedad –quizás Bonarda, Torrontés- que diversifique la oferta o apuntamos a consolidarnos como un productor que tiene diferencias propias con el resto del mundo?
Si hasta hoy Argentina es sinónimo de Malbec, ahora que los productores franceses recuerdan que es una variedad de Cahors, californianos y chilenos ya lo elaboran con buen estándar y Australia lo planta en sus viñedos, ¿qué diferencial le queda a nuestro país? ¿Ser el principal productor? ¿Hasta cuándo?
Los cómputos indican que Malbec será una variedad con peso relevante para Argentina para los próximos diez años (con 26 mil hectáreas plantadas, le llevamos 20 mil de diferencia a Francia, el segundo productor), pero en una década esa ecuación puede modificarse notablemente: basta que otros 4 productores del mundo tengan 5 mil hectáreas para que la competencia por el Malbec sea fuerte.
Y el escenario actual parece indicar que hacia allá se encaminan nuestros competidores, por no mencionar una posible caída de demanda a favor de alguna otra variedad de estándar mundial, como Pinot, Merlot o Sangiovese.

El dudoso éxito australiano 
Pongamos un ejemplo. Un buen Syrah se consigue en Victoria, Australia; pero también en San Juan, Argentina, y en Colchagua, Chile. Ahí no hay dudas. Pero en un buen Syrah, al menos desde el punto de vista del consumidor, es un vino que impacta con color, buen sabor y cuya relación calidad precio es óptima, indistintamente de dónde provenga.
Y así los productores australianos pasaron de arrasar el mercado mundial en los 90’s con su Syrah fácil de beber, a competir con el resto del  mundo, cuando aparecieron vinos tan buenos como los que ellos elaboraban y a precios más accesibles. Y lo que había sido el trampolín de los ausies al mundo, resultó ser un callejón sin salida (al menos por ahora).

Variedad vs. Terruño 
El ejemplo australiano es válido porque explica algo que los países del viejo mundo entendieron con sus muchos años de historia: un buen vino se puede hacer en muchos lugares, pero hacerlo único implica atarlo a su tierra. Burdeos tiene renombre –y elabora Cabernet y Merlot-, Borgoña o Toscana tiene peso específico –aún cuando sus vinos son Chardonnay o Pinot Noir, en el primer caso, Sangiovese en el segundo-. Con todo, no es lo mismo tomar un Cabernet que un Burdeos.
¿Por qué? Porque la región, su paisaje y la identidad de la gente no es extrapolable. En palabras de Alberto Antonini, destacado enólogo Italiano con trayectoria en Argentina, “los varietales son commodities que se venden según sea la demanda y el precio de mercado; los vinos con identidad regionales, no”. Antonini lanzó la frase esta semana, al presentar el proyecto de terruños que llevan adelante en Altos Las Hormigas. Como él, hay una corriente de bodegueros y enólogos que sostiene la misma idea y que están dispuestos a avanzar sobre la comunicación de los terruños, mientras que la industria hace foco en hallar el nuevo varietal insignia para la Argentina.
Algunas bodegas de Salta y el Valle de Uco, por su condición singular, marchan delante del resto y lo destacan en sus etiquetas. Luján de cuyo, no ha sabido sacarle provecho a su DOC puertas afuera. Mientras que la Patagonia es una región privilegiada para apostar por ese diferencial.
En medio de este debate sobre qué es lo que seguirá al Malbec argentino, quizás convenga observar hacia a dónde van algunas bodegas. Los Single Vineyard de Alta Vista, por ejemplo, o los de Norton con Finca Perdriel, o casas como Altocedro o Salentein, por mencionar escalas opuestas; o los vinos de la región patagónica FIN, de Fin del Mundo, o Barrel Selected de Familia Schroeder. En ellos el foco está puesto en destacar el origen.
En la identidad que le da la tierra y su gente se juega el lugar que los vinos argentinos tendrán en el mundo. El debate entre varietalismo versus terruño recién comienza.

Esta nota fue publicada originalmente en La Mañana de Neuquén el 6/03/11

9 de abril de 2011

¿Probarías un vino elaborado con bananas, palta o tomate?


En Estados Unidos hay consumidores para todo. Y entre los muchos productos que compran, existen varios vinos rarísimos, especialmente en Florida. En esta nota te proponemos un recorrido por algunas de las más bizarras versiones de la bebida que más nos gusta.

¿Probarías vino de cebollas? ¿Y uno de palta? ¿Y de tilo? Seguro que no, a menos que estés en Estados Unidos. Allá existen numerosos ejemplos de vinos elaborados con las frutas raras. Y si bien, técnicamente hablando, no son vinos –sólo lo es el resultado de la fermentación natural del mosto de uvas frescas de la vitis vinífera- también se acepta la denominación “vino de”.
Encuentran sus antecedentes en la antigüedad, en que se les llamaba vino a casi todos los fermentos, fueran de arroz, de cereales y frutas. Luego el tiempo decantó su uso en tres variantes: vino (de uva), cerveza (de granos) y fermentados o chichas para todos los demás. Estos últimos subsisten en varios mercados y a continuación pasamos revista al bizarro mundo de los vinos no viníferos.
Vino de Tomate: la vieja rencilla acerca de si el tomate es una verdura o una fruta, queda despejada con la existencia de Oovda Winery, que en Florida elabora un vino de mesa con tomate, según certifica la TTB (el organismo norteamericano encargado de expender las autorizaciones de venta). No tenemos ni remota idea de qué sabor pueda tener, pero arriesgamos que se parecería a una cerveza sin alcohol, cuyo gusto a tomate es ineludible.
Florida Sweet Abocado Wine. Tomá una docena de paltas, intentá fermentarlas y contanos qué gusto tiene un vino elaborado con este rico y verde fruto americano. Deducimos que será lo más parecido a la criptonita, en sabor y efectos sobre el organismo. Pero su contra etiqueta intenta convencernos de lo contrario. Dice: “tiene una refrescante nota de cáscara de limón en la nariz, que recuerda a un divertido día soleado en los cayos de la Florida. Absolutamente hermoso.” Cuesta 19 dólares.
Florida Banana Wine: técnicamente hablando existe la posibilidad de fermentar bananas o, al menos, las empresas Florida Orange Groves inc y Cross Creek Groves conocen la forma. Para la ley norteamericana se trata de un “vino genuino” hecho con bananas. Y lo mejor de todo: el Cross ganó un premio “Best of Class” en la Indiana State Fair Wine Competition. Cuesta 19 dólares en internet. Si lo querés probar, nada más entrá a www.crosscreekgroves.com
Vino de Melón. Otro hallazgo del mercado norteamericano, elaborado por Lone Maple Farm. En su contra etiqueta reza las siguientes notas de cata: “Este vino está elaborado con Melones Cataloupe hidropónicamente cultivados en nuestra granja. Es dulce, suave y le recordará a una cálida y relajante brisa de verano. Ideal para acompañar tartas de frutas. Sírvalo frío.” Impecable.
Vino de Tilo. Una rareza, sin dudas, que tiene efectos doblemente soporíferos: Por un lado, el tilo ayuda a la relajación, como es sabido; y por otro, el alcohol convoca al sueño. Un cóctel lenitivo que elabora la casa Wild Wines de Oregon. Con un plus: la empresa se dedica, entre otras ricuras, a producir vino de diente de león silvestre (panaderos, como se los conoce aquí), del cual, en la cosecha 2009, elaboraron sólo 20 cajas de 12 botellas. Se explica, ya que salir a juntar semejante cantidad de flores debe ser una tarea dura. Cuesta 20 dólares la unidad. Más en www.enjoywildwines.com
Onion Wine. Literalmente, vino de cebollas, fermentado con 55% de cebollas doradas, 27% de papas y 18% de pasas de uva. Hasta aquí, es lo más parecido a una pócima purgante. Pero no, el vino tiene un fin noble: su propósito es estrictamente gastronómico y se usa como un sustituto a la salsa de soja.
Honey Wine: para los antiguos egipcios los fermentos de miel eran una verdadera delicia que consumían en determinadas celebraciones. Sin embargo, Jailhouse Wine produce un vino de miel saborizado con 9% de naranjas y 1% de pasas de uva. Al menos la etiqueta es enigmática.
Vino de Sandía: una flagrante demostración de que el mito popular es falso y que la mezcla de sandía con vino no es letal. Lo produce Fieldstone Vineyards en Minnesota. Y si bien podemos hacernos una idea de qué sabor tiene, no podemos asegurar que la combinación final sea realmente rica. Si nos dejamos llevar por los comentarios en Facebook, al menos a 746 personas les gusta.

Esta nota fue publicada en La Mañana de Neuquén, el 13/03/11

Se impone el descorche: siete restaurantes a los que ir a comer con tu vino bajo el brazo

Otro adelanto: esta nota será publicada esta semana en PlanetaJOY.com

En un restaurante, la diferencia en la cuenta la pone el vino. Con precios que superan hasta el 100% del valor en góndola, si querés beber y comer rico sin abultar los números, se impone el descorche. Cada vez más restaurantes ofrecen la posibilidad de que vayas con tu vino y a cambio te cobran un fee que en muchos casos equivale a la botella más barata de la carta. Para no fallar, andá a algunos de estos 7 lugares que te recomendamos y llevate un tu botella favorita.

Efímero Festín
: este pequeño restó de Palermo fue elegido en la encuesta de Revista JOY sobre los 10 mejores restaurantes de Buenos Aires (marzo 2011) como el mejor “para ir a comer con onda gastando poco”. Y no es para menos: Carolina Lavecchia, su chef propietaria, elabora platos creativos, sanos y sabrosos. Como el lomo al Malbec y cassis ($59), la hamburguesa de tofu orgánico ($38) o la ensalada de langostinos crocantes ($48). El descorche lo cobran 15 pesos por persona, el equivalente al valor mínimo de una copa.

(Uriarte 1411 / T. 4831-9867)


Salgado Alimentos: para comer rico, bien y barato en Villa Crespo, andá a Salgado Alimentos. Combina una rara estética de fábrica de pastas con la de un restaurante barrial, de mesas apretadas. Vas a probar agnolotis de cordero, menta y ajos asados ($42) o unos sorrentinos de queso de cabra y tomates secos ($32). La carta de vinos está acotada a las marcas más comerciales, por lo que el descorche es la mejor opción. Te cobran unos 25 pesos por tu botella.
(Ramírez de Velasco 401 / T. 4854-1336)


Brotes del Alma: son sólo 32 cubiertos atendidos por Nicolás y su Soledad, chefs, moza y propietarios, en ese orden. Un sencillo pero adorable bistró barrial del bajo Belgrano, cuyo secreto es la comida simple y de buen sabor. Como los ravioles Dorita (langostinos, ricotta, mascarpone y lemon gras, $32) que es un plato típico de la carta. En vinos están algo cortos, porque el acento está puesto en los productos orgánicos y biodinámicos. Si no te va la onda verde, llevá tu botella favorita que te lo cobran como el más barato de la carta: 25 pesitos.
(Olazábal 1422 / T. 4781-4504)


Museo Evita: restaurantes hay de dos tipos: los que sólo piensan en facturar y los que piensan en servir buena gastronomía y que eso sea negocio. Entre estos últimos está Mueso Evita, que con su cuidada carta de orientación mediterránea, es un lugar ideal para llevar un vino fuera de serie y disfrutar de un mediodía al sol de su patio. El descorche lo cobran 30 pesos. Pedí los raviolones de pollo con salsa de tomates horneados ($38) o el ojo de bife con papa bravas ($54). De postre, cualquier crepe, la especialidad de la casa.
(J.M. Gutierrez 3926 / T. 4800-1599)


Doppio Zero: bistró barrial con nueva casa, Doppio es conocido por dos virtudes: su carta italiana, cuidada en los mínimos detalles -el huevo al tartufo o el risotto a la milanese son imperdibles-, y su carta de vinos, escogida por el sommelier y propietario Mariano Akman. De ahí que en esta casa sean también amigos del buen vino y practican el descorche por filosofía. Llevá rarezas y comparalas con las de la carta, a ver si superás la propuesta. Te cobrarán 30 pesos.
(Soldado de la Independencia 1238 / T. 4899-0162)


Siamo Nel Forno: hay restaurantes que son wine friendly, en los que no importa si el vino lo llevás vos o si lo consumí en la carta, porque con el vino está todo bien. Ese es el caso de Siamo nel Forno, que tiene una linda y cuidada carta de etiquetas nacionales e importadas pensadas para acompañar sus pizzas napolitanas, finitas y crocantes. Andá y probá la pizza Patate (con láminas de papas, queso pecorino y pimienta negra, $49) o la Margherita ($42) y descorchá el vino que quieras por 35 pesos. Eso sí, no seas rata y no lleves un López.
(Costa Rica 5886 / T. 5290-9529)


Paraje Arévalo: hay restaurantes en los que por la comida gastás 100 pesos y más por persona. Si a eso le sumás la tentación de un gran vino, no vas nunca. Paraje Arévalo es una excepción. El restó es precioso, la gastronomía bien lograda, y el descorche se presenta como la opción perfecta para no enterrar el sueldo en el intento. Vas a probar desde huevos cocidos a baja temperatura a sashimi blanco y espuma de yogur de ciruelas. Cada menú cuesta 120 y 130 pesos, según sean de 6 u 8 pasos. Le sumás los 40 pesos del descorche y te podés dar el gusto.
(Arevalo 1502, esquina Cabrera / T. 4775-7759)

Nadie es profeta en su tierra: el Malbec ya tiene su día internacional


El 17 de abril fue declarado el Día Mundial del Malbec. La variedad que distingue a la Argentina será el centro de atención en las principales capitales del mundo.


Breve síntesis de su ascenso hasta la consagración actual. Todo lo que usted siempre quiso saber sobre el Malbec.

Nadie es profeta en su tierra, eso lo sabemos todos. Pero en el caso del Malbec, las vueltas de la vida hicieron que el dicho se cumpliese como un destino fatal. En sus casi siete siglos de historia declarada, pasó de ser una uva completamente desconocida la variedad estrella del momento. Y ahora, por fin, tiene su día: el 17 de abril fue declarado el Día Mundial Del Malbec, y en las principales capitales del mundo se celebrarán una serie de eventos en su nombre.
Pero dejemos eso para el final. Lo que importa ahora es el largo camino que lo llevó del olvido al podio. Todo comenzó en el medioevo, en las estribaciones del pirineo francés, donde nace el río La Garona. Allí hay un poblado llamado Cahors, situado en medio de unas fructíferas lomadas que hoy son consideradas la cuna histórica del Malbec. Fue allí donde conoció sus primeros éxitos, dando origen al famoso “vino negro de Cahors” del que halaban los textos medievales. Y fue allí, también, desde donde iniciaría su camino al mundo.
Aguas abajo de La Garona, el río parte a Bordeaux en dos regiones vitícolas, formando una ría que fue el puerto perfecto para abastecer con el vino regional a los ingleses. De ahí que hasta hace apenas unas décadas, cualquier corte “bordelés” tenía en la entraña un poco de Malbec, que lo ablandaba y daba color. Incluso llegó a cultivarse ampliamente en la zona, hasta que la terrible helada de 1957 lo barrió del mapa en beneficio de otras variedades clásicas.


Zares y azares del Malbec
Pero su dispersión a nivel mundial es algo que trasciende a los franceses. Fueron los zares rusos quienes se aficionaron a su buen gusto y se lo llevaron a Crimea (hoy Ucrania), donde cultivaban sus mejores viñedos. La historia narra que el Zar Pedro el Grande padecía una úlcera y que los médicos de entonces le recomendaron tratara con Malbec. Si la curó o no, no lo sabemos. Lo que sí está claro es que en las inmediaciones del Mar Negro el Malbec fue conocido y querido, y dio origen a un vino muy popular llamado Kahor, que incluso hoy se consume en la región.
Cronológicamente, la próxima posta del Malbec fue la Argentina. Llegó en barco y no vino desde Crimea, sino de Francia. Se cree que las plantas entraron de la mano de un legendario agrónomo llamado Miguel Amado Pouget, que desembarcó contratado por Domingo Sarmiento para fundar la primera Quinta Agronómica en Mendoza. La escuela estaba instalada en el parque que ahora rodea a la casa de gobierno y comenzó a funcionar hacia un 17 de abril de 1853. De ahí que el Día internacional del Malbec haya sido declarado en su homenaje.
El Malbec halló en Mendoza un clima más propicio –más cálido y seco- que el de la campiña francesa y consiguió madurar bien sus blandos taninos, conservando el color oscuro que lo hizo famoso. Y de ahí, también, que fuera ampliamente plantado en nuestro país, ya que “mejoraba” los vinos de uvas criollas difundidos hasta fines de la década de 1970.
La creciente demanda de tintos fáciles de beber y a buen precio, motorizada principalmente por Estados Unidos, llevó al Malbec a su actual pedestal, sinedo la uva que más a crecido a nivel mundial en la última década. Como era una variedad mut plantada en Argentina –hoy cubre unas 26 mil hectáreas, 5 veces más que el segundo productor, Francia- resultó un punto distintivo de nuestro país.


Malbec World Day
A la fecha, algunas cosas permanecen en el misterio. Por ejemplo, de dónde obtuvo su nombre actual, siendo que en Europa se lo conocía como Côt; o cómo fue que no se desarrolló en otras zonas propicias, como Chile y California, mientras que sí lo hizo en Argentina. Al menos, una cosa está clara: franceses, norteamericanos, ucranianos, españoles y argentinos ahora quieren sacarle su buen jugo y se afanan en plantarlo.
Y de eso se trata el Malbec World Day, proclamado por Wines of Argentina, la institución que nuclea a las bodegas exportadoras de nuestro país. Propone un día de degustaciones, elaboraciones de vino con uva exportada de Mendoza y presentaciones en las principales ciudades del mundo. Curiosamente, no en Mendoza, ni en Cahors, ni en Crimea. Sino en los grandes centros de consumo como Londres, Nueva York y Toronto, que hoy representa sus principales mercados. Nadie es profeta en su tierra.


Para conocer las actividades a realizarse, visitá Wines of Argentina.
Esta nota será publicada el 9/4 en La Mañana de Neuquén.

4 de abril de 2011

Historia de una mina

 
La foto pertenece a la región que describe el texto, la robé de Panoramio. Linkea.

Al este de San Petersburgo hay una extensa llanura que el Niva parte en dos grandes campos. Hasta donde alcanza la vista, en verano el blando discurrir del río es una cinta negra serpenteando en la continuidad del trigo y los densos bosques de abedules forman islas verdes en la llanura de oro.
Hace muchos años, sin embargo, el paisaje era muy distinto. En medio de la II Guerra la llanura era una mortífera extensión yerma surcada de alambre de púas. Una planicie bombardeada en la que los alemanes enterraron miles de minas. Minas de hierro, ciegas de odio y pólvora a la espera de un soldado ruso. La mayoría lo encontró y llenó el aire con el acre olor de las explosiones. Otras no, y fueron retiradas cuando llegó la paz. Pero unas raras, poquísimas y muy bien escondidas bajo la superficie, todavía duermen el largo invierno boreal o sienten el sol tibio que enciende los campos en los interminables días del verano.
Una de ellas se encuentra en el linde de un denso bosque. Desde donde está, pudo ver cómo el paso de las estaciones rellenó los cráteres y cómo el verde cubrió con una mansa alfombra las heridas de la tierra. Para ella, esa larga cicatrización fue muy dolorosa. Se decía “aquí nadie me va a encontrar”, o “este no es un lugar en que pueda cumplir mi destino”.
Pero el tiempo pasó y los años oxidaron el odio de la mina. Estación tras estación, fue hundiéndose y el canto de los pájaros le resultó cada vez más lejano, la tierra perdió sus variaciones de temperatura y nuevas generaciones de roedores cavaron túneles a su alrededor. Uno de esos túneles hoy sirve de madriguera a unos conejos.
Ahora la estación fría llega a su fin. Los campos nevados en los que brotará el trigo ceden su blanca superficie a los charcos de barro, mientras la savia hincha las yemas de los árboles y los tallos verdes emergen en las cunetas por las que el agua corre hacia el Niva. La mina puede percibirlo. Es como una letanía que desciende desde la superficie, por los poros de la tierra y siguiendo las raíces. Y agudiza el oído para oír el canto de los pájaros: para su sorpresa, escucha una dulce voz que canta en ruso.
En efecto, una muchacha canta distraída a poca distancia de donde se encuentra la mina. La canción es una vieja marcha de guerra, que los soldados –su abuelo fue uno de ellos- solían entonar con la estrella boreal girando en las noches de 1941 y 1942. Noches duras, en las que podía oírse el motor potente de los Stukas o el silbido de un obús afinando la puntería. Un silbido que la mina recuerda a la perfección, terrorífico y lacerante.
Pero la muchacha nada sabe de los obuses, ni de la mina que espera a unos centímetros bajo tierra. Ella se pasea entre los árboles buscando un claro en donde sentarse a tomar el sol. La mina quisiera advertirle que ese lugar es peligroso, que no es para una muchacha en la flor de la vida. Y sin embargo ella se acerca mientras canta. Incluso encuentra una mancha seca en la hojarasca y sin dudarlo toma asiento.
En ese momento, un conejo alza las orejas en la madriguera. Él lo ha escuchado: un ruido metálico, como el que produce un resorte al soltarse. Por precaución comienza agitar sus piernas contra el suelo. Con su zapateo alerta a los otros conejos de los túneles: les dice, atentos, algo puede ocurrir. Lo que no sabe el conejo, porque ignora la presencia de la mina a pocos centímetros de su cueva, es que su retumbar provoca una sutil, casi imperceptible vibración para el mundo, menos para los conejos y las minas.
La mina también percibió con terror el primer desplazamiento de la espoleta. Pensó que nunca sucedería una cosa así, el clic fatídico que liberaría el mecanismo de la muerte. Tampoco creyó posible el segundo instante, el vacío que llegó después, cuando el resorte saltó sin fuerza a causa del óxido, no alcanzó a insertar la clavija hasta el fondo y el sistema quedó a medio camino. Pero ahora el fenómeno es distinto. Ella siente cómo la clavija comienza a agitarse con la vibración producida por el conejo. La percibe deslizándose hacia abajo, como tantas veces anheló mientras retumbaban las botas de los soldados. Pero contra todo lo esperado una visión la llena de horror: la muchacha no es un soldado.
Ella está llena de vida y a las puertas de una primavera que promete campos de oro bajo el sol. La mina puede darse cuenta. Y sin embargo la clavija desciende de a fracciones de milímetro su camino hacia el final. Avanza ganando un terreno incalculable al ojo humano, pero avanza de forma implacable. La mina quiere contener su detonación, quiere romperse y evitar que estalle en mil esquirlas y para eso le gustaría tener otra voluntad que la de un destino fatal. A fin de cuentas, los años de los cañones han terminado y ella no es otra cosa que una fracción de olvido en un campo olvidado.
De pronto el conejo deja de agitarse y la clavija cesa su camino. Se producen una pausa. Una breve pausa en la que el mundo parece detenido a excepción de los pájaros que se agitan en las ramas de los abedules. La muchacha los observa aletear contra el cielo celeste y tentada de verlos mejor se pone de pie. Nadie en su sano juicio podría decir que se trata de una acción peligrosa. Es solo una muchacha levantándose. Y sin embargo, en ese preciso momento la clavija toca la espoleta y se produce la explosión: un rugido que parte el hierro, desintegra el suelo en su instantáneo camino de ascenso, y como un geiser de fuego acaba con todo lo que encuentra a su paso.
________  

La escena, desde la isba en la orilla del Niva, es la de una nube de lodo y nieve que se eleva y se deposita en unos segundos. Los mismos segundos que tarda en llegar el trueno de la explosión y los perros ladran alertados en la granja. “Algo ha pasado”, dice el granjero y abandona el corral llamando a su hija.

2 de abril de 2011

10 vinos por menos de 20 pesos para el asado del domingo


Es un dilema clásico de los asados con amigos: todos quieren tomar buen vino, pero los bolsillos no son parejos. ¿Cómo dejarlos contentos sin excederse del presupuesto? En esta nota te recomendamos 10 etiquetas inmejorables por su relación precio calidad, que podés beber desde que prendés el fuego hasta que llegan los sánwiches de vacío a media tarde.

1. Santa Florentina Cabernet-Merlot 2010
($11). Tus amigos son declaradamente unos miserables. Te llaman el sábado a la noche para que vos –que tenés parrilla- hagas un asado como Dios manda. Sugieren además que compres la carne y tengas unos vinos a mano por si no llegan a comprar nada en el camino. Así es que hacés rápidamente la cuenta y en cualquier caso vas a gastar unos 200 mangos de carne. ¿Cómo hacés para que el vino no te parta al medio? Buscá este blend de Santa Florentina, que se las trae. Bien frutal, es cándido y amable por partida doble: con el paladar y con tu bolsillo.

2. Finca Natalina Syrah 2009 ($14). Hay grupos de amigos que compiten por hacer el mejor asado con el menor gasto posible. Practican una especie de guerra por conseguir el mejor producto con el mejor precio. La gracia de este asado está en conocer en qué carnicería se comprar la carne, en dónde el tomate y la lechuga más barata, y de conseguir el vino unos centavos más barato que en el súper. Si ese es el tipo de asado que tenés en mente, Finca Natalina Syrah será tu favorito. Frutado y fragante, no presenta dificultad al paladar y es un producto gasolero por definición.

3. Carácter Cabernet Sauvignon 2009
($15). Vas a estrenar casa y para eso invitaste a tus más íntimos a un asado de inauguración. El problema es que los íntimos suman –con sus parejas- unos 20 y no te da decirles que es a la canasta. Después de todo, es tu inauguración. No tiembles: Carácter tiene para vos este Cabernet Sauvignon bien vestido que le va a poner sabor a un asado con cantidad de chorizos bombón, un par de entrañas, matambre y tapa de asado que hagan rendir la parrilla y la billetera.

4. Estancia Mendoza Syrah 2010
($16). Si sos de esos asadores que les gusta prender el fuego con una copa en la mano y alardear de su expertise, no dejes pasar esta botella de Estancia Mendoza, expertos en conseguir la mejor relación calidad precio: además de llenarte la boca con buen sabor, este Syrah te va a permitir hacerte el conocedor con una recomendación insuperable para pasarle el trapo a tus invitados. Es el típico hallazgo de góndola que todos quieren saber.

5. La Consulta Malbec Roble 2009 ($17). Hay asados modestos y asados opíparos. Entre estos últimos, que se hacen cuando hay varios invitados, el color lo aportan la cantidad y calidad de las achuras. Por ejemplo, que haya molleja de corazón, chinchulines trenzados, riñoncitos  y una salchichita criolla en rueda, además de la carne en cuestión. Para barrer con toda esa contundencia lo indicado es un vino de perfume frutal, con taninos vivos pero amables y una rica acidez que lo haga refrescante. Así es La Consulta Malbec Roble, con un precio que hoy lo hace muy atractivo.

6. Ventus Tinto 2010 ($18). En materia de asados, los vinos deben tener cuerpo, expresión y gusto frutal. Sólo así logran ayudar el paso de unas buenas costillas arqueadas, con unas ricas vetas de la más jugosa grasa. Y este blend de Bodega del Fin Del Mundo se presenta como un vino contundente a la hora de hacerle contrapeso a las carnes, que conjuga lo mejor del Malbec, el Cabernet Sauvignon y el Merlot que lo conforman. De paso, ponés un linda etiqueta sobre la mesa que quizás tus invitados no conozcan.

7. Malbec Norton 2010 ($18). Este clásico en la góndola nacional es un tinto de corazón y cuerpo asadero. Su secreto está en la más amplia distribución –lo vas a ver disponible de Ushuaia a la Quiaca-, que hace que siempre lo tengas a mano, y en que cumple con el requisito central de un tinto enfocado a la parrilla: tiene la nariz frutada y el paso entre fresco y apenas apretado de los taninos nuevos. Si tenés alguna duda sobre qué vino llevar a tu próximo asado de amigos, despejala con una botella de Norton.

8. Bianchi Cabernet Sauvignon 2009 ($18). El Cabernet Sauvignon tiene fama de variedad con destino de asado. Y eso es así porque en su genética encierra el buen balance de la fruta y la acidez. Claro que no todas las bodegas descubren en su ADN el gen parrillero y le pifian irremediablemente. Pero Bianchi no. Bianchi hace que sus tintos a base de esta variedad siempre consigan desbancar a un tira de costillas, una bondiola, una colita de cuadril. No será fashion, pero sí es cumplidor.

9. Trapiche Malbec 2010
($18,5). Sos el tipo de invitado que llega a los asados sobre la hora para no tener que debatir acerca de cuál es el mejor método para encender un fuego, ni cuánto tiempo es el promedio de cocción de una bondiola. No te interesa. Sencillamente te gusta sentarte y comer. Pero te llaman por teléfono cuando estás en camino y te encargan que lleves más vino; justo a vos que no diferencias tintos de blancos. Para no amilanarte, acordate que uno que no falla es Trapiche Malbec, clásico de clásicos, cuya cosecha 2010 es bien frutada y tiene rico final de boca que le viene de primera al asado.

10. Bonarda Las Moras 2010 ($19). Hace dos años hiciste un curso de cata y ya no te acordás de nada. Pero tus amigos te toman por entendido y te piden que lleves “vinos raros”, que los sorprendan. No busques más. Las Moras tiene este Bonarda –ninguno de tus amigos sabe lo que es- que se las trae: fresco, frutal e intenso, destaca por su buena boca y amabilidad. Si querés conservar tu aura de conocedor, mientras le entrás a la molleja decí que la Bonarda es la uva tinta que se viene después del Malbec.

Esta nota la publiqué originalmente en Planeta JOY

10 consejos para comprar vinos sin llevarse un perno


Seguro alguna vez compraste una botella que prometía todo y resultó ser un perno. ¿No querés que te pase de nuevo? Lee estos tips. 

1. Que nunca te den la botella de la vidriera. Si te ofrecen la que ha estado expuesta al sol o a la luz, es probable que el vino esté oxidado y arruinado. Siempre es mejor que lo saquen de la caja o una cava climatizada. También hay que evitar las botellas expuestas a la luz de las dicroicas en las estanterías.

2. Revisá el corcho. Muchas etiquetas añosas a simple vista parecen estar perfectas, pero al beberlas son un vinagre en toda ley. Para evitar este mal trago, es importante sacarle el capuchón y revisar que el corcho no esté filtrado. Te vas a dar cuenta porque está pegajoso o porque está teñido por dentro. Observalo a través del cuello de vidrio: si el líquido ascendió por las paredes hasta la superficie, mejor olvidate de comprar esa botella.

3. No a la botella recalentada. Al momento de comprar conviene tocar la botella y tener una sensación térmica de su estado. Si está caliente - puede pasar incluso en lugares refrigerados-, lo más probable es que no esté en óptimas condiciones.

4. Observar bien la etiqueta. Así como la imagen habla de la gente, en el vino una etiqueta habla de su historia: si está dañada o corrida quiere decir que la botella ha sido maltratada. Si está chorreada o descolorida, tené por seguro que fue expuesta al calor o a la luz del sol y no puede estar en buenas condiciones.

5. Que no tenga polvo en los hombros. Teóricamente, una botella debe permanecer acostada para que el corcho no se reseque. En ese caso, el polvo se ubica en algún punto de su cilindro; pero si está en los hombros es porque lleva mucho tiempo de pie. Y si así fuera, es muy  posible que el vino esté avinagrado.

6. Buscar en el fondo de la góndola. Ahí suelen estar las botellas menos expuestas y también las mejor conservadas.

7. Elegir las cosechas más nuevas. En un mercado como el nuestro, en el que los vinos se venden jóvenes, no tenemos cultura de observar la añada en la etiqueta. Los vendedores casi siempre prefieren sacarse de encima las más viejas. Hay que evitarlas. Con el tiempo y la mala guarda aumentan las posibilidades de clavarse. En cualquier caso, siempre es mejor comprar la más nueva.

8. No asumir que más caro es mejor. Suele suceder que los vinos más caros se presumen como mejores. Hay que saber, sin embargo, que no todo lo que brilla es oro y que en materia de botellas esto se cumple muy especialmente. Mejor es buscar data sobre el productor y la región antes de hacer una compra salada. A más información, menos riesgo de comprar un perno.

9. Usá Internet. Antes que hacerle caso al vendedor, mejor buscar información en la web. Hacer un research previo -especialmente si vas a comprar una etiqueta cara- puede salvarte de cometer un error.

10. No comprar en Mercado Libre o sitios similares. Por regla general, a este tipo de sitios va a parar todo lo que no se puede vender en otro lado. Y lo que es más grave, no podés comprobar las condiciones del producto. Si navegás un poco verás que hay muchas ofertas demoledoras, pero cuando te claves, no digas que no te lo advertimos.

esta nota se publicó en Planeta JOY.

6 bodegas nuevas que vale la pena conocer


¿Sos un cazador de novedades? Esta nota es para vos. Te pasamos un seleccionado de las mejores bodegas que nacieron en los últimos dos años en la Argentina y sus vinos más sobresalientes. 

1. DiamAndes
Es la cuarta casa que abre sus puertas dentro del Clos de Los Siete, el mega emprendimiento de 800 hectáreas liderado por Michel Rolland en el Valle de Uco, Mendoza. La bodega, propiedad del matrimonio francés Bonnie, inauguró el 15 de diciembre pasado. Está construida en concreto y fue diseñada por los arquitectos Bormida & Yanzon. Funciona íntegramente por gravedad. Se destaca la Sala de las Añadas, donde un tubo que atraviesa la bodega permite la entrada de luz natural a la sala, guardada en las profundidades de la cava. DiamAndes tiene dos vinos a la fecha, L'Argentin de Malartic Rose 2009 ($38) y DiamAndes de Uco Blend 2007 ($150).

Del Río Elorza
Es una de las más recientes incorporaciones al vino local y lleva por nombre el apellido de la familia propietaria. Ubicada en Río Negro, en Colonia Lucinda de Fernández Oro, es una coqueta construcción diseñada también por Bormida y Yanzon. Está pensada como una bodega estate –es decir, rodeada de sus viñedos- y cuenta con 20 hectáreas de Malbec, Pinot Noir y Chardonnay, entre las principales variedades. Elaboran tres líneas de vinos: varietales Verum (Malbec, Merlot y Chardonnay, $59), Verum Reserva (Merlot y Pinot Noir, $85) y Verum Reserva Malbec ($120). Ya se los consigue en algunas vinotecas y restaurantes de la ciudad.

Finca Decero
Esta bodega fue inaugurada en 2005, pero sus vinos se lanzaron al mercado doméstico en 2010 y aún se consiguen a cuenta gotas. Propiedad del millonario suizo Thomas Schmidheiny, Decero es una de las más vistosas bodegas en el pelotón de las nuevas. Ubicada en un rincón apartado de Agrelo, Mendoza, su nombre alude precisamente a que el emprendimiento arrancó “de cero”, en una tierra virgen. Su arquitectura es impactante –mezcla el estilo Santa Fe con el colonial-, cuenta con un restaurante y una amplia oferta turística que incluye paquetes de astronomía y de cosecha. Sus líneas de vinos son el blend Decero Amano ($299), Decero Mini Ediciones Petit Verdot ($145) y los varietales Decero Clásico ($85), con Malbec, Cabernet Sauvignon y Syrah. La enología está a cargo del talentoso y joven Marcos Fernández.

Amalaya
Hess Family Latin America, que ya posee Estancia Colomé en Salta, inauguró en diciembre pasado Amalaya, su nueva bodega. Está ubicada en el Divisadero, a escasos kilómetros de Cafayate, en donde funcionó la fugaz bodega Familia Muñoz. Estética y funcional, está enmarcada por una gran finca al pie de los cerros. Destacan sus plantaciones, que para fin de este año alcanzarán las 55 hectáreas con vides en sus tres fincas: La Brava, Amalaya y Las Mercedes. La bodega se concentrará en la elaboración de Amalaya, la exitosa gama de vinos Hess Family, hoy compuesta por dos blends a base de Malbec, Amalaya Tinto ($45) y Gran Corte ($75), junto con un Amalaya blanco ($35).

Don Manuel Villafañe
Don Manuel Villafañe alude al fundador de la dinastía familiar, quien comenzó con el cultivo de la vid hace cuatro siglos en Mendoza. La bodega, que ya está construida y elaboró 3 vendimias, se encuentra en el proceso final de la obra, afinando detalles del área turística, por lo que aún permanece cerrada al público. Sus vinos se consiguen en el interior del país y, a cuenta gotas, en ciertos puntos de la capital. Su Malbec Reserva 2008 ($30) es el vino más reputado de la casa.

Bodega Poesía
Es un emprendimiento pequeño de una familia francesa propietaria de cuatro chateaux prestigiosos en el viejo continente. Hélène y Patrice Garcin-Lévèque elaboran en su petit maison de Luján de cuyo –nada más que 13 hectáreas de Malbec y Cabernet plantados en 1935- sus encumbrados vinos Poesía, Clos de Andes y Pasodoble. Con un poco de paciencia se consiguen en el mercado doméstico. Pasodoble ($68) sirve perfectamente como primera buena impresión. 

Esta nota fue publicada originalmente en enero de este año en Planeta JOY