La foto la tomé prestada de Vía Restó.
La Prometida es un lugar curioso: la primera vez que vas te parece uno de esos restaurantes hippie chic donde te rompen la cabeza y te sirven un canapé con nombre impronunciable. Pero cuando te sentás una tarde cualquiera a tomar un café con leche con panes caseros y chocotorta, la ecuación es otra. Ahí los desparejos muebles de época y los detalles de la decoración, jarrones y cuadros en un punto bizarros, te parecen más amables. Así es que volvés y te sacás las ganas con una cena.
Eso fue lo que me pasó a mi. Y en la segunda vuelta me encontré con un restaurante muy piola, para juntarse con amigos o salir en pareja. La propuesta es sencilla: una carta de dos folios, donde una tiene unos pocos platos, escritos con nombres cancheros, como Orientado (para una picada de platos de medio oriente), y el otro las bebidas y los postres.
Pero donde vas a hacer la diferencia es en las pastas caseras. No en vano, en la trastienda el local (que podés visitar) hay una panadería con tadas las de la ley. Ahí amasan unos tagliatelles ($45) anchos y largos como un regla escolar, pero muy flexibles. Hechos con espinaca -la vas a ver salpicada en la masa-, que sirven con una salsa a base de tomates, albahaca, hongos y olivas negras, con mozzarella fior de late y un rociado final de oliva y perejil. Gol.
El risotto de arroz yamaní ($42) también vale la pena, pero al lado del otro plato parace una versión clase B. Eso sí, la rúcula y el romero le vienen de maravilla. Y la receta termina por dar un plato cordial y casero.
Si llevás tu vino, te lo descorchan por 35 pesos. Llevé el nuevo Séptima Noche Pinot Noir 2010 ($100), que acaba de salir a la venta, e hice la diferencia. El tinto es fragante y potente en sabor, pura fruta y textura aún algo rugosa, pero de joven, nomás. Muy rico. Lo único que vas a extrañar son las copas, que no son las mejores, aunque su vidrio verde le da un toque abuela de distinción.
Delgado 1189, esquina Arredondo. Belgrano / T. 4554-0786
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