El restaurante del Casal de Catalunya cumple seis décadas. Y si un restaurante alcanza esa pila de años en un país donde nada dura, es porque esconde un secreto.
Lo primero que hay que saber cuando se visita el Casal es que nunca se sale con hambre. Aquí todo es servido en porciones grandes y con sabores logrados. Lo segundo, que hay que ir bien preparado para soportar la tentación: tanto del vino –su carta está bien nutrida y tiene cosas muy especiales como Rutini Pinot Noir 2002- como en los platos son atractivos. Con el plus de una cocina catalana bien desarrollada, tanto en producto como en técnica.
Por lo demás, es un ambiente ligeramente formal, pero no estirado. En sus mesas podés ver desde familias enteras a políticos tejiendo intrigas, o a amigos que viene a compartir el excelente cochinillo de la casa, que sirven entero y cortan con un plato -literalmente- para graficar su terneza.
Lo primero que hay que saber cuando se visita el Casal es que nunca se sale con hambre. Aquí todo es servido en porciones grandes y con sabores logrados. Lo segundo, que hay que ir bien preparado para soportar la tentación: tanto del vino –su carta está bien nutrida y tiene cosas muy especiales como Rutini Pinot Noir 2002- como en los platos son atractivos. Con el plus de una cocina catalana bien desarrollada, tanto en producto como en técnica.
Por lo demás, es un ambiente ligeramente formal, pero no estirado. En sus mesas podés ver desde familias enteras a políticos tejiendo intrigas, o a amigos que viene a compartir el excelente cochinillo de la casa, que sirven entero y cortan con un plato -literalmente- para graficar su terneza.
Como ese había sido el plato que pedí en mi última visita, y ya conocía su rica cuina de mar a base de pescados y mariscos frescos, en esta oportunidad le puse el ojo a las carnes. Y esto fue lo que probamos:
Pan de campo frotado con tomate y jamón serrano ($40), que es una entrada perfecta para compartir, ya que la rodaja de pan es grande y te pone en tema con los sabores catalanes en un segundo.
Brochette de langostinos envueltos en panceta ($90). Este plato merece una explicación: es como si al bicho le hubieran reemplazado el caparazón de la cola por una loncha delgada de panceta crocante. Se sirve como si fuera una brochette, junto con un dip a base de pimientos calahorra asados, muy buena.
Butifarra a la parrilla con alubias salteadas ($40), que no es un plato para corazones sensibles: básicamente es un chorizo de cerdo montado sobre unas alubias (porotos chiquitos y sabrosos) rociadas con perejil para darle frescura. Muy sabroso.
Conejo asado con allioli ($85), viene varios cortes de conejo la mayonesa de ajo encima, montados sobre unas cebollas caramelizadas. Es un plato contundente, como fondo anda bien.
Especial bife americano de cerdo ($65) es un corte atípico trasversal al carré, que conserva parte del hueso. Sale a punto y viene acompañado de unas batatas fritas sabrosísimas.
De postre (y para retirarse a dormir) unos membrillos con vino y queso que estaban de perilla.
Chacabuco 863, San Telmo / T. 43610191
Lunes a domingo, de 20 horas al cierre.
Martes a Sábado, de 12 a 16 horas.
1 comentario:
La comida y bebidas catalanas son magníficas: rovellones, pà amb tomàquet, escalivada, caracoles a la llauna, buñuelos de bacalao, esqueixada, empedrat ... y muchas más.
Salut!
Flavia
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