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9 de abril de 2012

Nuevos terruños: el vino argentino crece hacia el Atlántico

La vitivinicultura busca nuevos horizontes en el litoral marino. Cada vez son más los proyectos que se animan al mar. Esta vendimia, dos incipientes zonas entraron en producción.


Los turistas que vayan a la costa atlántica, además de tomar mate en la carpa y bañarse en el mar, pronto podrán visitar viñedos y traerse algunas botellas junto con los clásicos alfajores. Es que ahora Mar del Plata, además de ser la perla del Atlántico, es también una incipiente zona vitivinícola.

Lo mismo pasa con Trelew, en las cercanías de Península de Valdez, Chubut, que en el futuro cercano combinará ballenas, lana y vinos por igual. Por raro que suene, ambas ciudades son dos de las más nuevas incorporaciones al horizonte del vino argentino, ya que en esta vendimia 2012 por primera vez molieron uvas. El dato pasa de ser anecdótico –si bien los volúmenes son chicos- y se inscribe en una tendencia de largo plazo hacia la búsqueda de nuevos terruños. Búsqueda que empezó a mediados de la década de 1990 cuando se desregularizó la plantación de vid y que pareciera avanzar sin prisa y sin pausa en nuestro país.

Y así, mientras que Mendoza y San Juan aportan el 85% de la producción de vino en el país, y las zonas más chicas y consagradas como la Patagonia Norte, La Rioja o Salta aportan diversidad gustativa a la industria, ahora el vino argentino va por más y pone rumbo Atlántico en su brújula.
 
Vinos oceánicos vs. desérticos

El nuestro es un país vitivinícola curioso en el mapa mundial. Curioso, porque las zonas de producción de vino son típicos desiertos de altura, lo que constituye una excepción dentro del panorama global. Desde Salta a la Patagonia Norte, los terruños argentinos son escasos en precipitaciones, muy luminosos y, como buenos desiertos, están sometidos a grandes saltos de temperatura entre el día y la noche. Con suelos aluviales de composición mineral diferente en cada región, los terruños del Oeste se caracterizan por ofrecer vinos con buen volumen, relativa baja acidez y un carácter frutal irrefutable.

Los terruños europeos, en cambio, son regiones básicamente cercanas al océano. Con regímenes de lluvia estables y con una insolación menor, excepción hecha de ciertas regiones de Italia, España y Portugal. Cualquiera sea le caso, la constante es la cercanía del mar, que modera las temperaturas achicando la amplitud térmica y la evaporación de las plantas, al aportar un medio húmedo y de temperatura uniforme. Esto garantiza vinos de acidez más elevada –más aún cuando las regiones son frías-, cuerpos medios y aromáticas vegetales y frutales.
 
De ahí que las nuevas regiones argentinas buscan abrir el abanico gustativo del país acercando la vid al océano. Con los antecedentes de bodegas como  Saldungaray –en Sierra de la Ventana- y AlEste –en Médanos, provincia de Buenos Aires-, el Grupo Peñaflor se lanzó a explorar los vinos oceánicos con un viñedo en Estancia Santa Isabel, Chapadmalal, a metros del océano Atlántico. Ese viñedo acaba de dar su primera cosecha, que todavía se elabora en forma experimental. Las uvas cultivadas son todas de ciclo medio a corto, como Pinot Noir, Merlot,  Chardonnay, Gewürztraminer y Riesling, ya que la madurez es más lenta en estas condiciones.

La Patagonia oceánica
Hasta ahora, la frontera del vino en la Patagonia había explorado la vertiente continental, desde San Patricio del Chañar –el polo vitícola más nuevo e interesante de Argentina- hacia el sur siguiendo la Ruta 40 hasta el Hoyo de Epuyén y los Antiguos en Santa Cruz. El único caso existente en el este era la bodega Océano Patagonia, en Viedma. A él se suma ahora el viñedo que el INTA con sede en Trelew viene conduciendo una serie de investigaciones sobre el cultivo de la vid y su viabilidad en la zona. Y esta vendimia 2012 es la primera que se elabora íntegramente en la región.

La idea del organismo de investigación fue buscar una alternativa a la producción frutal, para diversificar el agro en la zona. Y por ubicación geográfica –el paralelo 43º de latitud Sur- se convierte en el vino más austral de la Argentina.

Lo interesante es que, a diferencia del resto de los viñedos oceánicos mencionados, los del valle inferior del Chubut están emplazadas en una zona francamente árida y fría. Con Riesling y Pinot Noir, también suman Cabernet Sauvignon y Syrah, que están literalmente al límite. El tiempo dirá si pueden o no competir con el resto de los vinos patagónicos.

Esta nota fue publicada en La Mañana de Neuquén el domingo 8 de abril de 2012.

30 de marzo de 2012

Nuevo restaurante italiano en Buenos Aires: La Locanda, para comer como un “sardo”


Lo tenía de oído, me lo habían comentado algunos chefs, algunos colegas ponderaban su comida, pero seguía sin conocer La Locanda, el restaurantes que abrió sus puertas hace siete meses en el coqueto barrio de Recoleta. Pero esta semana se alinearon los planetas y, como siempre que suceden este tipo de fenómenos celestes, fui y los resultados fueron sorprendentes.

Lo primero que hay que decir es que a La Locanda se va a comer: nada de porciones para anoréxicos, ni bocaditos con nombres copiados de algún menú trendy. Por el contrario, la cocina del joven chef Daniele Pina –oriundo de Cerdeña- apunta a lo que mejor saben hacer los italianos: dar de comer. Pero en su búqueda de llenar el buche, no se priva de aplicar lo que él mismo define –amplia sonrisa mediante- como “fantasía”: una cuota de ingenio gourmet aplicado a lo que haya ese día en el mercado y a cocciones en  en el acto (incluso las pastas que pedís te las amasan y cortan a la vista) que le da una pátina de frescura e imaginación a los platos.


Eso explica, al menos, que no haya carta oficial sino un papel escrito con buena caligrafía en el que, a diario, sientan las bases de una reputación que sale de la sartén y las ollas. Pero vamos al grano. ¿Qué comí?

 Los platos están escritos a mano porque cambian a diario.

Pasada la recepción, que es con una copa de un champagne honesto y acompañada de dos láminas de bondiola y rúcula –con pan de la casa- probé un excelente antipasto y un inmejorable plato de pasta.

El antipasto estaba compuesto por una burrata bien condimentada con oliva y pimienta, flanqueada por verdadero Prosciutto de Parma y Speck –una suerte de jamón ahumado con eneldo, típico del Tirol-, de una admirable calidad y textura fundente; tomates secos, berenjena asada, unos gajitos de palta y hojas de rúcula fresca. Conviene detenerse en los tomates, deliciosamente hidratados con vinagre, y en la berenjena, apenas ahumada. Sin los fiambres –que cuestan un ojo de la cara- por esta entrada vas a pagar 80 pesos. Es para compartir.


Abundante antipasto. La foto, doy fe, no le hace plena justicia.

De principal Pina eligió –no nos dejó elegir a nosotros- la pasta fresca y rellena ($90): unos capalletis más grandes –cuyo nombre, de la emoción, no registré y no logro recordar ahora- rellenos de ricota y espinaca, y acompañados por una ocurrente salsa de tomates con langostinos, ajo, peperoncinos y alcaparras enteras. Todo, rematado con perejil y albahaca fresca. Realmente un plato muy bueno y abudante, que sirve en unas grandes cazuelas de barro, y de cuya receta daremos la receta en otro post.

Pina amasa los fettucine para una de las mesas. 
Le toma un minuto obtenerlos desde el bollo.

Las opciones de vino son acotadas pero bien elegidas. De cualquier manera, Pina ofrece el vino que le gusta a él. En eso, no escapa a su origen tano. Y como buen restaurante italiano es una mezcla de cantina y despensa, a la que podés ir con tus amigos después de un día de trabajo y comer y beber y charlar, o bien ir con tu pareja en un divertido plan gourmet, pero no íntimo. Amargados y chinchudos, abstenerse.

Para más datos, los miércoles realizan cenas "sardas" con menú degustación de 10 o 12 pasos maridados con vinos. Si te interesa, reservá.

Abre de martes a domingo, mediodía y noche.
José León Pagano 2697 // Tel: 4806-6343


19 de marzo de 2012

Nuevo restaurante: 4141, “Wood, Grill and Pasta”


Si pasaste por Honduras, entre Acuña de Figueroa y Gascón, no lo viste. Eso es seguro. Porque 4141, el restaurante de brasas gourmet, existe hace poco más de un año con un cultivado perfil bajo. De día, persiana. De noche, sólo la ventana alta del salón está iluminada.

Si pasás, ahora sabés que existe. Y para más datos, detrás de esa intimidad se esconde un restaurante en el que cada detalle ha sido planeado con obsesión. Verás: hace 5 años Ezequiel López Batista, conocido en el ambiente como consultor gastronómico, empezó a soñar con la apertura de un local en el que todo lo aprendido en su carrera se pudiera lucir. Desde las sillas de diseño -que trajo de Córdoba- a la señalética que él mismo diseñó –está omnipresente, ya verás-, a las lámparas de las mesas y el track list que suena en el salón. Cada cosa tiene un por qué o una historia. Y la verdad es que el conjunto resultante logra una elegante sobriedad, perfecta para una cena de parejas o una cena de negocios, ya que las mesas están bien distanciadas.


A la hora de los platos, la propuesta es una carta de autor en la que las recetas toman múltiples inspiraciones. Vas a encontrar desde un Kitcheri vegetariano –receta india- a un lenguado a la crema de coliflor. Con todo, el eje de la propuesta está en una parrilla a leña y en la pastas, lo que explica sin dudas lo de “Wood, Grill and Pasta”.

De entrada pedimos una sopa de remolachas ($32) y los calamares grillados ($36). La primera viene en un dip con un pincho de carne; pero más importante, aún, con unas finas rodajas de manzanas rojas sumergidas en la sopa, que son fundamentales para lograr el combo de sabor terroso, frutal y refrescante. Los calamares, en cambio, llegan servidos sobre una base de puré, con brotes frescos arriba. Destaca por el buen punto del calamar –no queda gomoso- y su sabor ahumado y envolvente.



De principales, elegidos tres. Cabellos de ángel gratinados, con vegetales y brie de cabra ($62), que ofrece un buen contraste entre la turgencia de las verduras apenas cocidos con el crocante de los fideos (atento con el apio, una maravilla). Sorrentinos de pera, puerro y queso crottin ($65), un plato que sorprenderá a quien no esté acostumbrado a los gustos frutales; salen con una manteca de hierbas. Y una bondiola de cerdo ($74) que se deshace con el tenedor y que viene acompañada de un budín de zanahoria rayada y chutney de frutas.
 

La carta de vinos es escueta, aún. pero están trabajando para llenar la cava. Eso sí, hay algunas rarezas, como La Espera Syrah 2009 ($70), que tomamos, a los que se suman El Malbec de Ricardo Santo, Alamos y algunos vinos de El Esteco.

Pero si los precios te parecen algo elevados, atento con la propuesta de entrada+principal+postre por 95 pesos. Conviene agregar que cualquier carne la sirven por separado y a las brasas: bife de chorizo, tapa de asado, peceto, pechuga. Los fuegos están a cargo de Kurt Johann Wilhelm Helmfeld, que no tendrá nombre criollo, pero entiende bien cómo funcionan las brasas, y a quien verás desde la pecera de su cocina.

Si vas en estos días sirven piñones de araucaria. En caso de que estés nostálgico de tus viajes a la Patagonia, esta puede ser una buena oportunidad para recrearlos. Eso sí: lejos de los fideos pomarola de los mochileros y más cerca de las ideas de Francis Mallmann.

Honduras 4141 (última cuadra ancha). Tel 4861 1491
De Lunes a sábado 20:30 al cierre
Principales tarjetas



11 de marzo de 2012

Espumantes argentinos: ahora se toman con hielo

En materia de burbujas Argentina viene dando sorpresas. La última fue presentada esta semana y promete una nueva manera de pensar los sparkling. Délice es el nuevo lanzamiento de bodega Chandon. El gigante apuesta fuerte por reinventar el consumo.


Era algo que se veía venir. No podía ser que la empresa de burbujas más grande la Argentina permaneciera en la trastienda de las nuevas tendencias. Ya existían espumantes dulces, rosados, tardíos y hasta tintos. Pero ahora llegó Délice y los sparkling nacionales suman una nueva perla a su collarín de espuma.

Elaborado con cuatro variedades de uva, desde el punto de vista técnico combina uvas cosechadas en su punto justo –Chardonnay y Pinot Noir-, con otras dos cosechadas en forma tardía –Semillón y Petit Manseng-. Pero si hasta aquí la novedad proviene del combo de variedades y punto de madurez, el planteo cambia radicalmente cuando se enfoca las formas de consumo: la propuesta es con hielo, solo, o con aditivos como cáscara de naranja, pepino o albahaca (entre otros), como si se tratara de un trago o un aperitivo.

Mezcla de espumante, aperitivo y bebida d postre, Délice viene a sumarse a una corriente innovadora en materia de burbujas que ya se consolida como una tendencia de largo plazo en nuestro país.

Nuevas burbujas Argentinas
En los últimos años la novedad más exitosa fue la categoría de espumantes dulce natural. Ellos fueron los responsables de abrir las situaciones de consumo hacia otros horizontes. Casos pioneros como Deseado, de Familia Schroeder, o más nuevos como el Tardío espumante de Norton, son perfectos ejemplos de la revolución que tiene lugar en las burbujas.

El primero marcó un antes y un después a la hora del aperitivo o del postre. Si bien ya existían espumantes dulces del tipo Demi sec, la piedra angular de las nuevas formas de consumo fue puesta cuando Deseado propuso en 2005 una bebida fresca y ligeramente dulce, en la que el componente aromático –está elaborado nada menos que con Torrontés- era el anzuelo perfecto para los espíritus golosos. A tal punto resultó exitoso, que hoy todo el Torrontés disponible en la Patagonia se convierte en Deseado.

El caso de Norton Tardío, lanzado en 2010, vino a marcar un cambio tecnológico en la industria del vino. De elaborar espumantes con técnicas clásicas, la apuesta de la casa mendocina elevó la vara al proponer una bebida a base de uvas tardías. Con un componente dulce innegable, la innovación estuvo nuevamente en el campo aromático: los vinos tardíos se destacan por sus trazos de miel, cítricos maduros y frutas secas, y precisamente esa es la nota dominante en este espumante.

Entre ambas, todo un espectro de espumantes fue cubriendo la escena. Estaban los que buscaron en el Torrontés una variante aromática a los clásicos secos –y también dulces- como La Riojana; los que propusieron una experimentación con variedades imposibles como Bonarda, como Alma 4; o los que, como Lagarde, buscaron réplicas de productos italianos, en su caso con Dolce, un Moscato bianco espumante.

La nueva generación de burbujas
Lo más llamativo del lanzamiento de Délice es que representa una innovación en la cultura del consumo. Lo que la marca propone es descubrir nuevas formas de beber burbujas, y de ahí que una de las ideas que más llama la atención a primera vista es la del vaso con hielo y espumante; o el vaso con hierbas aromáticas para convertirlo en un aperitivo.

Cualquiera sea el caso, conviene recordar a esta altura que si Argentina es un país productor y consumidor de espumantes, se debe, principalmente, al desarrollo que hizo Chandon desde la década de 1960. Desarrollo que en los 80 sufrió el primer quiebre cultural, cuando la marca apostó de lleno a la creación de una cultura de consumo de burbujas, que veinte años después sería el sustrato elemental sobre el que crecerían nuevas y más atrevidas propuestas.

El sabor refrescante, apenas edulcorado y notablemente cítrico del flamante Délice promete nuevos horizontes para las bebidas vínicas. Ahora llegó el momento de que el consumidor lo pruebe y juzgue por sus propios medios.

Esta nota fue publicada el Domingo 11 de marzo en La Mañana de Neuquén.

29 de febrero de 2012

Vino: ¿esto es lo que viene?

El vino se ha convertido en una importante cantera de ideas. Algunas de las innovaciones son interesantes y otras resultan más bien bizarras. En esta nota pasamos revista a algunas de las novedades más destacables.

 
El vino por copa llega al supermercado: así nomás, clarito como el agua, ahora en Estados Unidos y Francia se puede comprar vino por copa en la góndola de las bebidas del súper. Se trata de dos productos llamados “Copa di vino” y “Le Frogglet”, una innovación interesante pero estéticamente poco feliz aún. Ni más ni menos que una copa de plástico que, valiéndose del cierre de aluminio que usan los yogures, busca vender pack de seis y doce unidades ready to drink, para llevar de camping o para tener en la heladera. Cuestan unos 3 dólares cada una. Más en copadivino.com.

El cartón se hace sobre: otra innovación que busca achicar la medida del vino (y también los costos) fue lanzada por la empresa italiana One Glass y, en pocas palabras, sería un pouch –envase de tetra pack, cuya forma no es cúbica, sino piramidal- que en este caso semeja una botella algo rústica. La medida de cada uno rinde 100 ml y lleva vinos de Toscana. Lo interesante de este formato es que resulta transportable y prácticamente irrompible –a diferencia de la copa de plástico-. Lo difícil será superar la mala prensa del cartón como envase de vino. Más en oneglass.it

Surtidor de vinos en el súper. El razonamiento detrás de esta innovación es el siguiente: si en los pueblos de Europa todavía la gente va con un bidón a la bodega y se lleva su vino, ¿por qué no poner un expendedor de vino a granel en el supermercado Auchan? En varias sucursales de la cadena gala existen una suerte de surtidores de vino –iguales a los de la nafta- en los que se rellenan las botellas con diversos vinos del país. El expendedor tiene una pantalla táctil en la que uno elije el producto, ingresa la cantidad que quiere y listo. Al final entrega un tiket para abonar en caja.

Vino en botella de 50 ml
. Una de las tendencias más fuertes en materia de vinos a nivel global es la búsqueda de formatos más chicos: ya existen botellas de 500 ml, de 375ml y de 187ml; y ahora se les suma un nuevo envase de 50ml, iguales a las de scotch que se venden en hoteles y paradores de ruta. No alcanza más que para una degustación de tres tragos, pero si lo que se busca es elegir uno entre muchos vinos de una bodega, la idea de comprarlos a todos en formato liliput puede resultar tentadora. En nuestro país, Urraca Wines es la pionera y el pack de seis cuesta unos $100 pesos.

Botellas de cartón. La industria del vino busca hace tiempo una alternativa al vidrio que, si bien es un envase muy completo, supone un alto costo en transporte debido a su peso. De ahí que uno de los desafíos más notables consista en bajar la cantidad de vidrio por botella o bien reemplazarlo. Este es el caso de la botella de cartón, una iniciativa de Green Bottle que propone un envase descartable y reciclable, con un interior compuesto por una bolsa de plástico reciclable inerte para el vino. Más en greenbottle.com.

Etiquetas decoradas por el consumidor: hasta ahora, sólo hemos visto dos ejemplos de esta innovación, bastante bizarra por cierto. Se trata de botellas cuyas etiquetas no están terminadas y pueden ser tuneadas por el consumidor, usando una planchuela con stickers. La más curiosa es la que lanzaron los australianos de SomeYoungPunks.com.au, que viene con una pin up girl, estilo 50’s y ligera de ropa, para que el fetichista de turno la vista con el traje que le guste. Eso sí, también hay una tipo Mr. Potato para crear el personaje de la botella a gusto y criterio del consumidor.

Esta nota fue publicada en La Mañana de Neuquén el 5 de febrero de 2012.

17 de enero de 2012

Ahora un vino se vende a sorbos


Hace no mucho tiempo, con un colega nos preguntábamos cuánto faltaría para que el vino -ahora que es tan caro como un scotch- se pasar a las mini botellitas de 50ml que venden en aeropuertos y hoteles. La respuesta acaba de llegar al mercado: Urraca Wines lanza el nuevo formato de "degustación", para lo que embotelló en miniatura a todo su porfolio.

En la casa propiedad de Mr. Langley señalan que el formato garantiza una inalterabilidad del vino durante un plazo de seis meses. Después, chau picho. Ya que, a diferencia del scotch -que una vez puesto en botella no evoluciona-, el vino cambia asceleradamente cuando se trata de envases pequeños.

Si te gusta la idea, o te tienta probarlos, he tenido buenas experiencias con el Malbec, en especial 2006, pero también 2008. Ni bien sepa el precio, lo posteo.

15 de diciembre de 2011

Seguro nunca oíste hablar ni probaste alguno de estos seis vinos


Vía Blanca Bonarda 2011 ($25). Iaccarini es una nueva bodega de San Rafael que desembarcó en Buenos Aires a fines de noviembre con una cena en 12 Servilletas, el restó a puertas cerradas de Belgrano R. En esa oportunidad presentó algunos de sus vinos –elaborados por Gabriela Celeste para Eno.Rolland- que en las generales de la ley muestran buena pasta y prometen, pero no deslumbran. Eso, salvo este joyita: un Bonarda 2011 que realmente se las trae en relación calidad precio. Agendalo cuando visites la vinoteca, porque para vino aromático, frutal y refrescante, está por encima de la media.

Vuela Rosé 2011 ($45). Bodega Lurton nos tiene acostumbrado a sus vinos ligeros, fragantes y fáciles de beber. Algo que representa a la perfección su Pinot Gris y que este Rosé, Vuelá, viene a certificar. Primer rosado de la compañía, está elaborado principalmente con fruta del Valle de Uco y eso se nota en los aromas que recuerdan a la cereza y en la acidez tirante. Con una picadita veraniega, que incluya queso brie, Holanda y leberwurst, tenés combo perfecto. Realmente invita a beber.

Santa Ana Homage Malbec 2010 (¿?) es un vino de exportación –que ahora se consigue en el mercado local- y que es un hit de ventas en Inglaterra. El secreto hay que buscarlo en su elevada acidez que, para el paladar local puede resultar extraña, pero que a los ingleses les encanta. Para más datos, Homage es la línea de vinos de autor de Rodolgo “Opi” Sadler, el crack enológico que hace los vinos de la bodega y que firma la etiqueta. Y este Malbec está entre los recetados para el que busque expresión fruta, paso algo nervioso y vibrante, junto con un rico despliegue gustativo. No es fácil de conseguir, pero amerita su pesquisa.

Aleph Cabernet Sauvignon 2004 ($73). Elaborados por Patricio Santos en la bodega Cuchilla de Lunlunta estos misteriosos vinos Aleph fueron desarrollados para el mercado de exportación y presuntamente para ser vendidos cuando hubieran evolucionado. De esto podemos dar fe, en tanto y en cuanto la botella que llegó para probar es la de este Cabernet 2004 bien evolucionado: un raro perfil para el mercado local que no es fácil de hallar, precisamente porque no quedan casi vinos viejos en dentro del país. Así es que ya sabés, si buscás tintos sosegados y con esa extraña certeza gustativa que da el bouquet y el tiempo, anotate este. Lo comprás escribiendo a este mail: boutique.aleph@gmail.com

La Espera Reserva Syrah 2008 ($80) es elaborado por la bodega del muy germano nombre Funckenhausen, ubicada en San Rafael. Pertenece a un empresario argentino-alemán que tiene el doble mérito de haber sobrevivido a la Segunda Guerra Mundial y de haber triunfado en el mundo de los negocios navales. A sus 82 años, ahora retirado, elabora las uvas de la finca La Espera, como le llamó a la finca que montó desde cero a orillas del Río Diamante. Este Syrah es deslumbrante en su perfume frutal, en su andar elegante y sedoso y en su buen cuerpo. Ideal para el buscador de perlitas. En cualquier caso, la bodega acaba de lanzar su vino ícono, La Espera Blend Kurt Heinlein 2008, que va en la gama de los top argentinos, con buena madera (24 meses) y buen peso en boca.

Ojo de Agua Malbec 2010 ($80) está elaborado por el más excéntrico de los productores de vino que hay en el país. Se trata del suizo Dieter Meier, quien tiene en Agrelo, Mendoza, un emprendimiento vitícola orgánico. Meier es una personalidad del ambiente artístico mundial, con un aspecto dalinesco, que triunfó haciendo música experimental en los 80 –sentendo las bases de la electrónica- sin saber tocar un instrumento. Acá pueden escuchar su rara producción con la banda Yello. En cuanto a los vinos, son igual de excéntricos: con un Torrontés sanjuanino cosecha 2011, de aromas cortones y rica boca; y un Malbec típicamente Agrelo en su opulencia, concentración y taninos finos. A ellos se suma el ícono, llamado Dieter Meier Puro, blend de Malbec, Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc y Petit Verdot cosecha 2010, que va en la misma línea, pero es más intenso.




18 de noviembre de 2011

Nuevo restaurante: Haru Sushi, anticuchos y fusión en Palermo viejo

Uso fotos de prensa porque el lugar es oscuro y no se puede hacer fotos sin un buen fash, 
como la que ves justo aquí arriba. Los platos salen así, igual.

La gastronomía peruana está decidida a conquistar la ciudad (y el mundo). Si los restaurantes baratos ya coparon el Abasto, los de alta gama Belgrano y Palermo Hallywood, ahora le toca el turno a los restaurantes de media gama que avanzan sobre los barrios más top. Ese es el caso de Haru Sushi, que acaba de abrir sus puertas a metros de la plaza Armenia en el corazón del Soho palermitano, con una original propuesta de sabores.

Haru no pasaría de ser “otro” restaurante peruano, si no fuera por dos cosas: su cocina fusión –en la que combinan con habilidad platos japonenes con sabores andinos- y por su apuesta por algunos platos peruanísimos, como las causas y los anticuchos.

Originalmente fue un delivery de comida sin local a la calle, que inció su próspera vida hace dos años en Belgrano. Pero el éxito de sus buenos platos, sumado a las ganas de los propietarios, empujó a Haru a abrir sus puertas a la calle. Puertas que quedaron oficialmente abiertas hace cuatro meses. Desde entonces, en la casa se dedicaron a afilar el servicio –que nunca es malo en los restaurantes peruanos- y el manejo del salón.


Pequeño –tiene lugar para 32 cubiertos- la decoración resulta un lúcido cruce entre el mundo andino y asiático: desde el maneki-neko que saluda a cada instante a las lámparas de papel y la barra de maderas oscuras, combinados con cuadros de Machu Picchu y de la sierra peruana, además de cañas.
 
El plan perfecto es ir de a cuatro o de a seis, pedir varios platos y hacer un piqueo hasta que duela la panza. Las piezas de sushi fusión son grandes y vienen siempre de a diez, mientras que los cortes de sashimi (de salmón) son de seis unidades. Y los platos peruanos -no los cebiches- se sirven en abundantes. Probé:

Causa  de  centolla, masa de papa amarilla con centolla a la crema asiática ($40), que funciona bien como una buena entrada para compartir; la centolla es fresca y el sabor de la causa está definido, con un rico corazón de ají amarillo.

Gaucho Asia Roll ($65), viene relleno de jamón crudo, centolla, palta, todo rodeado de panko, frito y crocante, que sirven acompañado con salsa de anguila. La salsa es salobre e intensa, y le suma una capa imprescindible que le da el tono a cada bocado.


Cebiche a la parmesana gaucha ($65) es un hallazgo. Porque a la ligereza y frescura del pescado en jugo limón y cebolla morada, le suman el contrapunto del queso parmesano. Si alguna vez comiste “machas parmesanas” –una maravilla chilena- este plato te va a encantar.

Arroz Tailandés con pato ($60) es un plato bien abundante, con trazos chifas –el sabor asiático peruano- que sirven con sabores fusionados: el pato dulce y salado, el arroz perfumado, con chispazos de otros gustos en el que podés identificar coco. Es un buen plato de fondo.

En la foto ves un anticucho de lomo.

Anticucho de corazón de res ($45) es un plato típicamente andino, que podés comer en las calles de Cuzco preparado en la calle por las anticucheras -siempre gordas, siempre parcas-. Una brochette de bifecitos de corazón cocidos a la braza, que se rocían con salsa panka –a base de un ají muy picante- y ocopa, típica de Arequipa y elaborada con un rarísimo ingrediente llamado huacatay: el sabor es entre salvaje y vegetal, el tipo de gusto que imaginás tiene el pastos si lo rociaras con solvente. Parece que no, pero es una delicia y no abunda en Buenos Aires.

De postre mi pareja pidió Crema Volteada, que es como un flan de huevo, pero un poco más granuloso. Muy rico.

Si buscás una experiencia fusión a tiro de bolsillo, Haru es un buen lugar para empezar. Y los platos que menciono más arriba, un buen ABC.

Soler 4456, Palermo / Tel: 4834-6593 / www.harusushi.com.ar
Lunes a Sabados 12 a 16hs y de 20 a 24hs. Domingos de 20 a 24hs.
Gasto promedio $110 / Efectivo y tarjetas de débito



10 de noviembre de 2011

Nuevos vinos: 5 etiquetas flamantes llegan al marcado

En los últimos años la lógica del vino cambió: si antes se lanzaba una marca o un vino muy de vez en cuanto, hoy el plan de las bodegas es renovar al menos una parte de su porfolio todos los años. De ahí que, como con la moda, la góndola nacional renueve sus vinos cada temporada. Estos son algunos de los últimos lanzamientos.

Novecento Raíces Malbec 2010 ($35). La bodega mendocina Dante Robino lanzó al mercado esta línea de varietales, compuesta por un Malbec y un Cabernet Sauvignon, de los que nos gusta especialmente el primero. Un tinto fragante, de buen volumen de boca, y con rico final frutado, que significa un up grade en calidad y precio respecto a los varietales de la línea Novecento. Un buen ejemplar para el que busque vinos jóvenes, en el amplio sentido de la palabra, y a una relación calidad-precio excelente.

Selección de Parcelas Reserva Cabernet Sauvignon 2009 ($70). La bodega Navarro Correas lanzó una línea de tres varietales que viene a llenar la brecha de precio que existe entre Alegoría y Colección Privada. Elegimos este Cabernet Sauvignon por su tipicidad varietal y estilo: frutado, ofrece una nota de madera que no aturde y tiene el paso joven y potente de la uva. En la etiqueta dice “parcelas escogidas”, precisamente porque las eligieron entre lo mejor de Luján de Cuyo y el Valle de Uco.

Paz Cabernet Sauvignon-Cabernet Franc 2009 ($80). Nueva línea de vinos de la bodega sanjuanina Finca La Moras. Como otros ejemplares de la casa, Paz está inspirado en cosas que no vienen del mundo del vino. Ya desde el nombre se propone como un gama que le habla a un consumidor maduro en sus gustos y que no se siente presionado por la moda de moda. Nos sorprendió especialmente el blend de ambos Cabernet –Sauvignon y Franc-, por su aromática intensa y boca aún briosa, pero exquisitamente frutal. Completan la línea un Malbec, un Syrah y un Bonarda.

Infinitus Barrel Selection Malbec 2007 ($85). Los vinos patagónicos ganan mucho cuando se los demora en la botella. Tal es el caso de esta gama de reservas de la bodega rionegrina Infinitus, cuyo Malbec combina con gracia la potencia de los tintos australes con el costado refinado de un prudencial tiempo embotellado. Se trata de los vinos elegidos entre un lote de inmejorables barricas. Selección que en la mesa gana mucho por su rica y evidente frescura.

Lagarde Cabernet Franc 2009 ($110). El Cabernet Franc está de moda. Un poco porque es una variedad refinada y con carácter, y otro poco porque supone una buena alternativa a la hora de ofrecer un sabor diferente. La clásica bodega Lagarde, de Luján de Cuyo, lo tiene claro. De ahí que lanzó al mercado este varietal de aromática frutal y ligeramente especiada, que se destaca por su boca intensa y amable. Conviene probarlo en la mesa, que es donde mejor trabaja su elegancia.

Una versión más extensa de esta nota se puede leer en La Mañana de Neuquén.

10 de septiembre de 2011

Llegan nuevas etiquetas de vino: probé varias, te recomiendo algunas



Michel Torino Colección Cabernet Malbec 2009 ($20). Mientras la inflación se come buena parte de tus ingresos, en el vino, los segmentos bajos de precio, comienzan a moverse para ajustarse a la nueva realidad. De ahí surge esta gama de vinos de Bodega La Rosa, bivarietales sencillos, de aromática frutal y paso ligero. El tipo de tinto que se puede llevar a un asado de amigos o una reunión multitudinaria. Además de este Cabernet Sauvignon-Malbec, completa la línea un Bonarda-Syrah en el mismo estilo jovial. Buscalos en el súper.

Lurton Pinot Gris 2011 ($38) es, entre los blancos de su categoría, el que más me gusta. Un vino abierto y refrescante, del tipo que te dan ganas de tomar cuando tenés sed. Con el paso ligeramente untuoso, una acidez entre moderada y alta y un final de frutas blancas, es el ejemplar perfecto para acompañar un risotto de mariscos o una ensalada de mar. En mi caso, me quedo con la última que probé en Amici Miei (Defensa 1072, San Telmo).

Pasodoble 2009 ($68)
. Bodega Poesía es una de esas raras casas que prácticamente nadie conoce, pero cuando se llega a ellos por la vía de sus vinos, el flechazo es irreparable. Ubicados en Mayord Drummond, Luján de Cuyo, pertenece a una pareja de bodegueros franceses que controlan cuatro grandes château en Pomerol y Saint Emilion. En Mendoza, hacen este fantástico tinto -blend de Malbec, Syrah y Cabernet Sauvignon-, muy frutal y con un matiz expectorante –por sus notas balsámicas que recuerdan al laurel- y apenas ahumada. Al paladar resulta medio en volumen, con frescura bien lograda y taninos de paso muy fino. Un tinto que se bebe de a botella entera.

Alma Negra Viognier 2010 ($70)
. Para amantes de los blancos aromáticos, de paso sosegado, andar untuoso y final largo y cítrico, este Viognier está recetado de antemano. Es uno de los pocos que llegan con buen brío a la alta gama y, de paso, con un costado estilístico a caballo de los clásicos para el mercado doméstico. Para beber frío –nunca helado- y tener sobre la mesa un queso brie, un ementhal y algunas almendras.


Montechez Reserva Malbec 2009 ($80) es un tinto que acaba de ver la luz. Está elaborado con uvas del Valle de Uco, principalmente con Malbec de la Consulta, y pertenece a un proyecto de cuatro inversores dispuestos a hacer las cosas bien (y con la espalda financiera para hacerlo). A mi criterio, el mejor vino de los dos que lanzaron es este Reserva que es perfecto para quienes busquen tintos frutales diáfanos, con paso blando y jugoso y un rico final terso, como de seda.

Decero Cabernet Sauvignon 2009 ($85). La bodega Decero finalmente desembarca en el mercado local, luego de algunos años enfocada en los destinos de exportación. El nombre alude a que empezaron de cero: en 2001 comenzaron la plantación de una gran finca, a la que llamaron Remolinos, ubicada en Agrelo, Mendoza, y ahí cultivan las principales variedades tintas. Este Cabernet tiene una buena carga aromática, con notas especiadas que recuerdan a la pimienta y al aguaribay (pimienta rosa), ricas y evidentes. Al paladar tiene taninos finos y paso envolvente. Buen ejemplar para el que busque marcas nuevas y para quien tenga la oportunidad de acompañarlos con los ravioles de cordero de Dolli Irigoyen, que cocinó en la presentación.

Diamandes de Uco Chardonnay 2010 ($95). De las nuevas inversiones vitícolas la más impactante, sin dudas, es Diamandes: una bodega de 15 millones de dólares –según trascendió- que en el marco del Clos de los Siete –el mega emprendimiento que lidera Michel Rolland en Uco- producen unos pocos vinos con aspiraciones top. A su Rosado Malartic y Diamandes Malbec, suman ahora este Chardonnay que, hay que decirlo, es una golosina para el paladar blanco: cítrico, con notas de ananá y de vainilla, resulta voluminoso en boca, con el andar apenas cremoso y templado por una acidez bien mineral, que le da vida y buen nervio.


Zaha Malbec 2010 ($140). El nuevo vino de Manos Negras, el emprendimiento que formaran en 2008 cuatro cracks de la producción y el negocio del vino -Jeff Mausbach, Alejandro Sejanovich, Jason Mabbet y Duncan Killiner- acaba de presentar en sociedad Saha, su nueva etiqueta. Es un Malbec proveniente de Altamira, la zona más extrema del Valle de Uco, y ofrece ese matiz caleidoscópico que tienen los tintos de la zona: aromático, personal, con notas frutales y vegetales, destaca al paladar por su paso blando, bien jugoso y largo y grato final. Viene en una rara botella borgoña y con etiqueta llamativa. Perfecto para buscadores de rarezas.

Riglos Gran Reserva Cabernet 2008 ($180). Segunda añada que pruebo de este vino y, hay que admitirlo, segunda vez que logra cautivarme. Es cierto, es un vino salado en precio y sería un crimen si no lograra hacerlo. Pero en la alta gama hay muy pocos vinos excelentes y este es un caso ejemplar. Tiene una rara nota de cáscara de naranja, que combina bien con su matiz frutado, y un trazo de cedro propio del las buenas maderas en la crianza. Al paladar es amplio, jugoso y con el paso firme pero elegante. Elaborado con uvas del Alto Valle de Uco, si no te lo podés comprar para beber, agendalo para un regalo.

Mauricio Lorca Inspirado 2008 ($390)
. ¿Cuánto estarías dispuesto a pagar por un tinto ícono salido de la mente creativa del enólogo Mauricio Lorca? Son sólo tres mil botellas de este blend de Malbec, Syrah, Petit Verdot y Cabernet elaborado con uvas del Alto Valle de Uco, que se volarán del mercado antes de fin de año, ya verás. Voy a aportar un solo dato, para tentar al que le falte un empujón: es un tinto que lo tiene todo y que, para mi sorpresa, está para beber ya mismo. Complejo, elegante, jugoso, sin exageraciones de estilo, pura y dura uva convertida en vino. Un consejo: si te gusta el buen vino, hacé una vaquita con tus amigos y no lo dejen pasar.


6 de agosto de 2011

Novedades: 8 flamante etiquetas de vino llegan al mercado

En el mes de julio la góndola nacional vuelve a ser foco de las bodegas. Nuevos productos y cosechas ven la luz. En esta reseña, ocho etiquetas que vale la pena conocer.


Julio es un mes importante para el mercadeo del vino. Como algunos productos del año ya están terminados y el calendario internacional de presentaciones llega a su fin, las bodegas empiezan a ponerle el ojo a la góndola local y afilan sus productos. Así, durante el mes pasada aparecieron nuevas etiquetas, recambios de cosechas y los primeros blancos vieron la luz. Estos son algunos de los vinos nuevos que vale la pena conocer.

Familia Tipo 2010 ($19,90) viene a patear el tablero. Y para hacerlo, la bodega Cuarto Surco razonó así: “si nosotros estamos aburridos de hacer lo mismo que todas las bodegas en materia de etiquetas, nos ponemos las pilas y hacemos algo distinto”. Y lanzaron Familia Tipo, con una etiqueta caricaturesca; son uno blanco y otro tinto, del que nos gustó este último: es frutal, con notas de mermelada, y tiene el paso delgado y cordial. En relación calidad precio, un hit.

Viña de Narváez Cabernet Sauvignon 2009 ($33). Interesante novedad la de esta marca: primero, incorpora el nombre de la bodega Rosell Boher a sus etiquetas, en lo que ha sido un largo proceso de filiación entre ambas, ya que siempre se manejaron por separado; segundo, cambia su estética hacia un producto más limpio. Lo que no se corrió ni un milímetro es el estilo del vino, cuyo flamante 2009 sigue siendo excelente, a un precio muy lógico.

Séptima Sauvignon Blanc 2011 ($38). Ya es costumbre que uno de los primeros Sauvignon que llegan al mercado es el de Séptima: proveniente de Mendoza y cosechado a lo largo de todo febrero, está elaborado con distintos puntos de madurez y ofrece notas herbales y frutales a la nariz, con una boca de acidez filosa. Ideal para beber ahora, con una fondeu de queso.

Riglos Quinto Sauvignon Blanc 2011 ($75)
. Nuevo línea de vinos presentada por bodega Riglos, saldrá a la venta a mediados de agosto. Está compuesta por un Malbec y Sauvignon blanc, elaborados con uvas de la Finca Las Divas, en Valle de Uco. El blanco destaca por su aromática cítrica y acidez nerviosa, típicas del varietal cuando proviene de zonas frías. Paladares sensibles al hielo, abstenerse.

Ruca Malen Reserva de Bodega 2009 ($85). Hay bodegas que se toman las cosas con su debida paciencia; la mendocina Ruca Malen está entre ellas. Establecida en 1998 por Jean Pierre Thibaut y Jacques Louis de Montalembert, demoró once cosechas en sacar su primer blend: un complejo y jugoso vino a base de Cabernet Sauvignon, con aportes menores de Syrah, Malbec y Petit Verdot. Como todo lo que se ha hecho esperar, premia.

CXV Cientoquince assamblage tinto 2009 ($90). Lanzado en 2007 para el aniversario de la fundación de Bodega La Rosa, la tercer cosecha de este tinto, que acaba de llegar a la góndola, combina uvas de Valle de Uco y Luján de Cuyo y logra un perfil high class: desde la fruta bien ensamblada a la madera –evidente en una nota de vainilla a la nariz- gusta en boca por su carnosidad, frescura y paso sosegado.  Perfecto para bebedores clásicos.


Saurus Barrel Fermented Pinot Noir 2008 ($95). Vino icónico de Familia Schroeder, este Pinot elaborado con el clon R4 (que da tintos carnosos y aromáticos), es la quintaesencia de lo que la casa tiene para ofrecer: un fragante y bien balanceado tinto, que fue fermentado y criado en barricas de roble francés. Ideal para quien busque elegancia.

Bramare Cabernet Sauvignon 2009 ($149). Es verdad, hay que desembolsar unos pesos. Pero la gente de Viña Cobos lo sabe y por eso lanza esta nueva cosecha de su Cabernet, uno de esos que no dejan lugar a dudas ni de lo que valen ni de lo que ofrecen. Combo perfecto de fruta roja, carácter levemente vegetal y taninos firmes y finos, el vino es jugoso y de gran final de boca.

Esta nota será  publicada en La Mañana de Neuquén el domingo 7 de agosto.

2 de abril de 2011

6 bodegas nuevas que vale la pena conocer


¿Sos un cazador de novedades? Esta nota es para vos. Te pasamos un seleccionado de las mejores bodegas que nacieron en los últimos dos años en la Argentina y sus vinos más sobresalientes. 

1. DiamAndes
Es la cuarta casa que abre sus puertas dentro del Clos de Los Siete, el mega emprendimiento de 800 hectáreas liderado por Michel Rolland en el Valle de Uco, Mendoza. La bodega, propiedad del matrimonio francés Bonnie, inauguró el 15 de diciembre pasado. Está construida en concreto y fue diseñada por los arquitectos Bormida & Yanzon. Funciona íntegramente por gravedad. Se destaca la Sala de las Añadas, donde un tubo que atraviesa la bodega permite la entrada de luz natural a la sala, guardada en las profundidades de la cava. DiamAndes tiene dos vinos a la fecha, L'Argentin de Malartic Rose 2009 ($38) y DiamAndes de Uco Blend 2007 ($150).

Del Río Elorza
Es una de las más recientes incorporaciones al vino local y lleva por nombre el apellido de la familia propietaria. Ubicada en Río Negro, en Colonia Lucinda de Fernández Oro, es una coqueta construcción diseñada también por Bormida y Yanzon. Está pensada como una bodega estate –es decir, rodeada de sus viñedos- y cuenta con 20 hectáreas de Malbec, Pinot Noir y Chardonnay, entre las principales variedades. Elaboran tres líneas de vinos: varietales Verum (Malbec, Merlot y Chardonnay, $59), Verum Reserva (Merlot y Pinot Noir, $85) y Verum Reserva Malbec ($120). Ya se los consigue en algunas vinotecas y restaurantes de la ciudad.

Finca Decero
Esta bodega fue inaugurada en 2005, pero sus vinos se lanzaron al mercado doméstico en 2010 y aún se consiguen a cuenta gotas. Propiedad del millonario suizo Thomas Schmidheiny, Decero es una de las más vistosas bodegas en el pelotón de las nuevas. Ubicada en un rincón apartado de Agrelo, Mendoza, su nombre alude precisamente a que el emprendimiento arrancó “de cero”, en una tierra virgen. Su arquitectura es impactante –mezcla el estilo Santa Fe con el colonial-, cuenta con un restaurante y una amplia oferta turística que incluye paquetes de astronomía y de cosecha. Sus líneas de vinos son el blend Decero Amano ($299), Decero Mini Ediciones Petit Verdot ($145) y los varietales Decero Clásico ($85), con Malbec, Cabernet Sauvignon y Syrah. La enología está a cargo del talentoso y joven Marcos Fernández.

Amalaya
Hess Family Latin America, que ya posee Estancia Colomé en Salta, inauguró en diciembre pasado Amalaya, su nueva bodega. Está ubicada en el Divisadero, a escasos kilómetros de Cafayate, en donde funcionó la fugaz bodega Familia Muñoz. Estética y funcional, está enmarcada por una gran finca al pie de los cerros. Destacan sus plantaciones, que para fin de este año alcanzarán las 55 hectáreas con vides en sus tres fincas: La Brava, Amalaya y Las Mercedes. La bodega se concentrará en la elaboración de Amalaya, la exitosa gama de vinos Hess Family, hoy compuesta por dos blends a base de Malbec, Amalaya Tinto ($45) y Gran Corte ($75), junto con un Amalaya blanco ($35).

Don Manuel Villafañe
Don Manuel Villafañe alude al fundador de la dinastía familiar, quien comenzó con el cultivo de la vid hace cuatro siglos en Mendoza. La bodega, que ya está construida y elaboró 3 vendimias, se encuentra en el proceso final de la obra, afinando detalles del área turística, por lo que aún permanece cerrada al público. Sus vinos se consiguen en el interior del país y, a cuenta gotas, en ciertos puntos de la capital. Su Malbec Reserva 2008 ($30) es el vino más reputado de la casa.

Bodega Poesía
Es un emprendimiento pequeño de una familia francesa propietaria de cuatro chateaux prestigiosos en el viejo continente. Hélène y Patrice Garcin-Lévèque elaboran en su petit maison de Luján de cuyo –nada más que 13 hectáreas de Malbec y Cabernet plantados en 1935- sus encumbrados vinos Poesía, Clos de Andes y Pasodoble. Con un poco de paciencia se consiguen en el mercado doméstico. Pasodoble ($68) sirve perfectamente como primera buena impresión. 

Esta nota fue publicada originalmente en enero de este año en Planeta JOY