30 de julio de 2011

El club de las bodegas centenarias

En nuestro país hay una docena de bodegas que funcionan desde el siglo XIX. ¿Quiénes fueron los sus pioneros del vino argentino y qué aporte  hizo cada uno para tener vigencia por más de un siglo?

Sala de cubas bodega Sana Ana
 
La semana pasada Bodegas Santa Ana cumplió 120 años. En Europa el dato podría pasar desapercibido, pero en nuestro país, donde las condiciones económicas y políticas cambian en promedio cada 10 años, no es algo menor. Lo interesante es que Santa Ana no está sola: son poco más de una decena casas vinícolas que han superado la barrera de los cien años. Las principales, son:

Familia Goyenechea: conducida y modernizada por la quinta generación familiar, esta casa de Villa Atuel, en el sur de Mendoza, fue fundada por los inmigrantes vascos Santiago y Narciso Goyenechea en 1868. La construyeron como una bodega pueblo, porque en esa época no había nada en kilómetros a la redonda. Conserva la vieja infraestructura: unas 50 casas, la capilla, la escuela.

Bodega Graffigna: el inmigrante italiano Santiago Graffigna construyó su bodega en 1870 en San Juan. Única de las centenarias con sede en esa provincia cuyana, íconos de su producción fueron los vinos generosos Don Santiago y los vinos de mesa Colón. La empresa pertenece al grupo francés Pernod Ricard.

Bodega Trapiche: Tiburcio Benegas fue uno de los ases de la industria. En 1883 creó la casa que llegaría a ser ícono de argentina en el mundo. En su larga historia, fue una de las pioneras en la exportación (hacia 1920 tenía marcas en 20 países) y algunas de sus etiquetas, como Fond de Cave, también son centenarias. Hoy pertenece al grupo Bemberg.

Bodega Escorihuela:
en 1884 Don Miguel Gascón fundó esta casa en Godoy Cruz, Mendoza. Legendaria hacia la década de 1940, su vino Pont L’eveque era el favorito de Juan Domingo Perón. Tiene uno de los toneles más hermosos que se hayan importado al país, aunque  actualmente está enfocada a la producción de varietales de alto precio. Pertenece a la familia Catena.

Sala de antiguas cubas y toneles, Bodega Santa Ana.

Bodega Santa Ana: caso ejemplar de bodega innovadora, en 1891 el italiano Luis Tirasso –el otro as, junto con Benegas- construía la casa que fuera pionera en la elaboración de espumantes, en incorporar luz eléctrica y en plantar Syrah. También lanzó los primeros vinos embotellados y su selección Santa Ana llegó a vender 36 millones de botellas año. De la mano del Grupo Trapiche, hoy es una pieza clave en la exportación de alto precio con marcas como La Mascota.

Bodega Michel Torino: fundada por los hermanos David y Salvador Michel en 1892 en Cafayate, Salta. Su antigua bodega La Rosa es un impactante ejemplo de cómo se hacía el vino en una región montañosa a la que nunca llegó el ferrocarril. Modelo de factoría, los toneles de fabricación doméstica eran de áspero algarrobo. Con otro rumbo, hoy la empresa pertenece al grupo Trapiche.

Bodega Norton: en 1895 el ingeniero británico Edmund James Palmer Norton sacaba un pie del ferrocarril que lo trajo a la argentina y elegía Perdriel para levantar un viñedo y una finca. Desde entonces, la bodega que lleva su apellido se cuenta entre las que exportaron el primer Malbec (1974) e introdujeron los vinos de Cosecha Tardía. Perdriel Caramañola es el ícono de esta historia.

Bodega La Rural: Felipe Rutini levantó su bodega 1895 en Coquimbito, Maipú, y la llamó La Rural porque estaba en un páramo. En sus primeros cien años, la casa dejó una fuerte impronta en el mercado porteño y desde la década pasada desarrolla algunas de las marcas más exportadas, como Trumpeter. Pertenece a una sociedad anónima.
 
Actual sala de barricas Bodega Santa Ana.

Bodega López: en 1898 el malagueño José López Rivas puso el primer ladrillo de esta casa, que ha permanecido en manos de López desde el primer día. Gente de ideas inamovibles, crearon el estilo de sus vinos en 1927 cuando importaron grandes toneles de Nancy, Francia. Pocos tiempo después aparecía el primer Chateau Vieux. Vasco viejo es su hit de ventas.
 
Bodega Leoncio Arizu: familia de larga tradición vitícola, los Arizu comprenden dos ramas, la de Balbino y la de su sobrino Leoncio Arizu. Este último fundó su bodega en 1901, que trasladó luego al viejo molino harinero donde hoy está emplazada Luigi Bosca, en manos de la cuarta generación familiar, quienes la enfocaron hacia el negocio de la calidad trazando un camino ejemplar.

Humberto Canale: el ingeniero que le da nombre a la bodega la fundó en 1909. Piedra angular del vino patagónico, incorporó las primeras variedades y los conocimientos para su cultivo en la región. Conducida por la cuarta generación de Barzi Canale, que la modernizó y condujo hacia la exportación, en nuestro país su vino más querido Marcus Merlot, un clásico sin fisuras.
 
Finca Flichman: Sami Flichman creó su empresa en una hondonada del río Mendoza, en la zona de Barrancas, Maipú, en 1910. Su hijo Isaac, sin embargo, es el visionario del negocio. Puso foco en Syrah y Cabernet Sauvignon y lanza a fines de los años cuarenta, con enología del prócer Roberto de la Mota, su Caballero de la Cepa. Hoy, la empresa está en manos del gigante portugués SOGRAPE.

Esta nota será publicada en La Mañana de Neuquén el domingo 31 de julio de 2011.

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