3 de junio de 2011

Unik, nuevo restaurante "de diseño" en Palermo


Si fueras coleccionista de piezas de diseño y además te gustara la cocina y la arquitectura, ¿construirías tu propio restaurante con los originales de tu colección?

Esa fue la pregunta que condujo a Marcelo Joulia a poner en marcha Unik, flamante restaurante palermitano abierto a fines de Mayo, y una de las inauguraciones más ambiciosas entre las esperadas para este 2011. Joulia es fundador del estudio NAÇO, arquitectos reconocidos mundialmente con oficinas en París, Shanghai y Buenos Aires. Y fue precisamente en la planta baja de su estudio porteño donde dispuso el nuevo restaurante.

Federico Cuco en su barra.

A Unik se va a comer bien, pero principalmente se va a vivir una experiencia estética. Todo lo que veas –sillas, mesas, lámparas- representa lo mejor del diseño mundial de las décadas del 50, 60 y 70. Sentarse a comer es iniciar un viaje al pasado en el que glamour y elegancia se combinan en una especie de museo viviente, en el que si fueras en trence alucinado podrías flashear con Brigitte Bardot bebiendo en la barra junto con Alain Delon, o también Maxwell Smart y la inolvidable 99 espiando a algún cliente.


Tragos & Platos
Lo mejor es empezar por la imponente barra de mármol veteado que te cruzás ni bien entrás. Al frente está Federico Cuco, una eminencia joven de inquietante voluntad creativa. Dejá que te guíe, no se equivocará. Me recomendó Covadonga ($22 medio cocktail, $30 entero) a base de Gin, Maraschino, Hesperidina y Granadina natural, y fue perfecto: un trago fresco y seco, que te predispone bien para la cena.

 Covadonga, así se llama este trago.

La cocina está a la vista, así es que mientras bebés tu trago, verás cómo trabajan Yago Márquez y Fernando Hara, dos talentosos de la hornallas que aún no han cumplido los treinta años y ya pasaron por cocinas de Europa y Asia. En Unik, ambos practican una cocina tradicional porteña, con toques de autor y variación estacional, que Hara sintetiza en esta frase: “tiene la elegancia francesa, la picardía española y la simpleza italiana."

La cocina a la vista es un dato para el que le gusta ver cómo preparan sus platos.
 
De movida te traen una panera junto a un dip de manteca. Atento: no es una manteca cualquiera. Fue ahumada en un aparto especial con forma de cohete que verás en la cocina. Ahí queman hierbas especiales y le dan ese sabor tan curioso que te obligará a comerte todos los panes –también hechos en casa- y a desear tener esta manteca en tu heladera.

Después, las entradas. Probé dos de las cuatro que tiene y las encontré finas, delicadas. El estiradito de besugo con crema de ají amarillo ($46) que ves en la foto, una suerte de ceviche, menos cítrico que el peruano y con balance de sabores. Luego, langostinos de Chubut a la plancha con tubérculos ($55), que realmente estaban deliciosos: dos piezas grandes, con una salsa de remolacha y oliva, junto con remolachas y papines hervidos. Son estos:


De los seis platos principales probé dos: el pollo pastoril terminado a la parrilla, con hongos de temporada y ali-oli asado ($72); también la bondiola cordobesa a la parrilla con coles y panceta ahumada ($68). El pollo tiene el sabor que ya no tienen los pollos. Es notable. Y eso es así porque  el proveedor los cría al aire libre, en corrales, según aseguran los chefs. La bondiola, en cualquier caso, amerita que haga el viaje desde Córdoba porque definitivamente es tierna y jugosa como pocas.


Los postres son un capítulo aparte. No acostumbro a comerlos, pero esta vez la excepción confirma la regla: el macaron relleno de chocolate blanco y maracuyá ($35) estaba realmente bueno, con unos detalles cítricos y amargos que le daban relieve; mientras que la torta húmeda de chocolate negro con helado de praliné casero ($27), tenía el sabor profundo y definido del buen chocolate.
 

La carta de vinos, por su parte, tiene muchas perlas, bien escogidas por el sommelier Rodrigo Calderón. Claro que como buenas perlas poco conocidas, algunas tienen el precio nacarado. Pero acordate de este consejo: no hace falta ir por los más caros; cualquiera entre los más baratos (si se puede decir así a vinos que arrancan en los 70) está más que bien.

En cualquier caso, a esta altura ya sabrás que para flashear un viaje al diseño del pasado, Unik como máquina del tiempo no es precisamente un regalo. Pero lo vale como experiencia.


Abierto de martes a sábado, mediodía y noche. 
Lunes, sólo por la noche.
Soler 5132 / T.4772-2230

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