11 de abril de 2011

El dilema futuro del vino argentino: terruño versus varietales

Los vinos varietales se pueden elaborar en cualquier parte del mundo que ofrezca condiciones. Los vinos de terruño, solo en determinados sitios.
El vino argentino comienza un debate que tendrá consecuencias en el largo plazo.


En nuestro país se ha abierto un debate: ahora que el Malbec ya se consagró como una variedad de clase mundial, ¿cómo sigue el cuento? ¿Empujamos una nueva variedad –quizás Bonarda, Torrontés- que diversifique la oferta o apuntamos a consolidarnos como un productor que tiene diferencias propias con el resto del mundo?
Si hasta hoy Argentina es sinónimo de Malbec, ahora que los productores franceses recuerdan que es una variedad de Cahors, californianos y chilenos ya lo elaboran con buen estándar y Australia lo planta en sus viñedos, ¿qué diferencial le queda a nuestro país? ¿Ser el principal productor? ¿Hasta cuándo?
Los cómputos indican que Malbec será una variedad con peso relevante para Argentina para los próximos diez años (con 26 mil hectáreas plantadas, le llevamos 20 mil de diferencia a Francia, el segundo productor), pero en una década esa ecuación puede modificarse notablemente: basta que otros 4 productores del mundo tengan 5 mil hectáreas para que la competencia por el Malbec sea fuerte.
Y el escenario actual parece indicar que hacia allá se encaminan nuestros competidores, por no mencionar una posible caída de demanda a favor de alguna otra variedad de estándar mundial, como Pinot, Merlot o Sangiovese.

El dudoso éxito australiano 
Pongamos un ejemplo. Un buen Syrah se consigue en Victoria, Australia; pero también en San Juan, Argentina, y en Colchagua, Chile. Ahí no hay dudas. Pero en un buen Syrah, al menos desde el punto de vista del consumidor, es un vino que impacta con color, buen sabor y cuya relación calidad precio es óptima, indistintamente de dónde provenga.
Y así los productores australianos pasaron de arrasar el mercado mundial en los 90’s con su Syrah fácil de beber, a competir con el resto del  mundo, cuando aparecieron vinos tan buenos como los que ellos elaboraban y a precios más accesibles. Y lo que había sido el trampolín de los ausies al mundo, resultó ser un callejón sin salida (al menos por ahora).

Variedad vs. Terruño 
El ejemplo australiano es válido porque explica algo que los países del viejo mundo entendieron con sus muchos años de historia: un buen vino se puede hacer en muchos lugares, pero hacerlo único implica atarlo a su tierra. Burdeos tiene renombre –y elabora Cabernet y Merlot-, Borgoña o Toscana tiene peso específico –aún cuando sus vinos son Chardonnay o Pinot Noir, en el primer caso, Sangiovese en el segundo-. Con todo, no es lo mismo tomar un Cabernet que un Burdeos.
¿Por qué? Porque la región, su paisaje y la identidad de la gente no es extrapolable. En palabras de Alberto Antonini, destacado enólogo Italiano con trayectoria en Argentina, “los varietales son commodities que se venden según sea la demanda y el precio de mercado; los vinos con identidad regionales, no”. Antonini lanzó la frase esta semana, al presentar el proyecto de terruños que llevan adelante en Altos Las Hormigas. Como él, hay una corriente de bodegueros y enólogos que sostiene la misma idea y que están dispuestos a avanzar sobre la comunicación de los terruños, mientras que la industria hace foco en hallar el nuevo varietal insignia para la Argentina.
Algunas bodegas de Salta y el Valle de Uco, por su condición singular, marchan delante del resto y lo destacan en sus etiquetas. Luján de cuyo, no ha sabido sacarle provecho a su DOC puertas afuera. Mientras que la Patagonia es una región privilegiada para apostar por ese diferencial.
En medio de este debate sobre qué es lo que seguirá al Malbec argentino, quizás convenga observar hacia a dónde van algunas bodegas. Los Single Vineyard de Alta Vista, por ejemplo, o los de Norton con Finca Perdriel, o casas como Altocedro o Salentein, por mencionar escalas opuestas; o los vinos de la región patagónica FIN, de Fin del Mundo, o Barrel Selected de Familia Schroeder. En ellos el foco está puesto en destacar el origen.
En la identidad que le da la tierra y su gente se juega el lugar que los vinos argentinos tendrán en el mundo. El debate entre varietalismo versus terruño recién comienza.

Esta nota fue publicada originalmente en La Mañana de Neuquén el 6/03/11

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Joaquín.
Creo que estamos ante una gran oportunidad de ofrecer el Gran Terruño que es Argentina con todas sus diversidades. Qué vino querés?. Aquí los podemos tener a todos, y de altísima calidad.
El INV podría estar a la cabeza de esto.
Un abrazo. Rubén Tealdi.

Joaquin Hidalgo dijo...

Rubén,

qué bueno verte por acá. Es verdad que hay diversidad, pero la buena noticia es que habrá más. De eso vos sabés bien.

Casulamente ayer estuve hablando de tu bodega, La Paula. Fue en una charla sobre nuevos terruños que dí acá en BA. Ya voy a subir el PPT para que lo puedan bajar. Claro, no es lo mismo que la charla, pero ahí están las cosas básicas...

Abrazo!