23 de febrero de 2011

Cosas que se pueden hacer estando de vacaciones: escribir y dibujar sobre los "Grandes temas de nuestra época"


Diálogo de piedras
La tarde del jueves 16 de enero de 1992, en la quebrada del Chorro Alto, dos pulidas piedras de granito gris, acariciadas por un arroyo sobre un lecho de arena, sostuvieron un extraño diálogo.
-¿A dónde va este agua? –preguntó la que era más pequeña y aplanada.
Como si siempre hubiera esperado la pregunta, la otra piedra, moteada por la sombra de un algarrobo, contestó:
-A la llanura, al mar, a dónde si no.
-Qué sé yo. Ponele que se evapora.
El agudo chillido de dos horneros cruzó la conversación. Cuando terminó, filosóficamente la piedra agregó:
-Además, el problema no es adónde se dirija, sino si se trata siempre de la misma agua.
-Claro que es la misma. A lo sumo crece y se atormenta con las lluvias, o con el frío del invierno adelgaza hasta dejarnos desnudas. Pero es la misma, de eso no hay dudas.
La piedra plana no dijo más nada mientras caía la tarde sobre el monte. Cuando la luna asomaba sobre los espinillos de la ladera, opinó:
-Ni ahí. No puede ser la misma agua. Si no, nosotras tampoco cambiaríamos y, que recuerde, vos eras más esbelta, con unos ángulos bien agudos en el frente.
-Y vos tampoco tenías esa forma suave y aplanada. La luna también se ha movido en el horizonte, pero es la misma luna.
-¿Y eso viene a cuento de qué?
-¿No te das cuenta? Todo se modifica dentro de un mismo ciclo.
Las piedras callaron. Sobre la superficie negra del río temblaba el reflejo de la noche. El canto de las ranas llenaba la quebrada, y en esa claridad platinada los murciélagos cruzaban el aire con vuelos erráticos.
La piedra contestó:
-A lo mejor tenés razón. Pero a mi me inquieta saber a dónde va el río. Hacia dónde va toda esta vida, adónde vamos nosotras.
-Pavadas. Nosotras nos vamos a quedar acá hasta que desaparezcamos en la arena.
Una rana saltó al agua y el espejo negro se deshizo en el acto. Sólo quedó un hoyo oscuro, profundo y agitado.
La piedra plana habló:
-Ojalá falte mucho. Me asusta la idea de irme por un río que no sé a dónde va.
-Sonsa. No va a pasar sino hasta dentro de mucho, mucho tiempo.
-Pero pasará.
-Eso seguro.
-Y entonces, ¿qué?

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